A lo largo de 11 años, el mexicano José Ernesto Medellín, ejecutado en Texas el pasado martes, reveló sus sentimientos, ideas y sueños a la periodista danesa Lise Bagger, con quien mantuvo correspondencia hasta poco antes de su muerte.
Algunas de sus cartas fueron publicadas con su autorización el pasado 3 de agosto en el periódico Berlingske Tidende, uno de los principales diarios de Dinamarca.
Este periódico le dedicó seis páginas de uno de sus suplementos dominicales para informar sobre el caso, dos días antes de la ejecución.
El mexicano escribió su primera carta a Bagger en marzo de 1997, cuatro años después de que fue sentenciado a la pena capital por participar, junto con otros cinco jóvenes, en la violación y homicidio de dos jovencitas.
El crimen contra Elizabeth Peña y Jennifer Ertman, de 16 y 14 años de edad, fue realizado en junio de 1993 en Houston, Texas. En la primera carta de Medellín, originario de la ciudad mexicana de Nuevo Laredo, Tamaulipas, se presenta como un hombre justo y sensible, “pero también alguien que puede ser celoso, vengativo y algunas veces violento”.
Medellín, quien entonces tenía 22 años de edad, confiesa en la misiva el estar “obsesionado con todo lo que tenga que ver con lo militar”.
“Mi sueño era el haber sido tres cosas diferentes: el haber tenido una carrera en el ejército mexicano, es mi país. O el haber sido policía o agente aquí en Estados Unidos. Pero esos sueños se miran ahora desesperados”.
Bagger entregó al diario sólo la primera y algunas de las últimas misivas escritas por Medellín, en una vieja máquina de escribir que él consideraba un “lujo” dentro de la prisión y cuya cinta en ocasiones estaba demasiado gastada, por lo que la impresión de sus caracteres eran apenas visibles.
El pasado 27 de marzo, luego de ser enterado de que se había quedado sin más recursos legales al ser rechazada su última apelación ante la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, Medellín, escribió con esperanza:”Mis abogados me han asegurado que si aún eso sucede (fijen fecha de ejecución) estamos seguros de obtener una posposición.
Pero aquí, esto es Texas y claro, todo es posible”. “De cualquier forma no estoy preocupado. Hay una larga lucha por delante y vamos a hacer todo lo posible por asegurarme de que esté aquí por muchos años más”.
“No me doy por vencido fácilmente. Mis abogados y yo continuaremos luchando sin importar qué obstáculos encontremos, hasta que obtengamos a lo que tenemos derecho”.
Luego, un mes después, el 27 de abril de 2008, Medellín notifica a Bagger que será trasladado a Houston para comparecer ante una juez, a fin de que se le determine una fecha de ejecución.
“Dado que ésta sería mi primera (fecha de ejecución), es probable que sea en un plazo de 90 días o más. Obtendré una fecha a principios de agosto”, señaló Medellín, al pronosticar con mucha exactitud lo que le esperaba.
El 9 de mayo, tras pasar nueve días en Houston, el mexicano informó a Bagger que su fecha había sido fijada para el 5 de agosto.
“No tenían que haberme llevado a Houston para darme una fecha.Una carta hubiera bastado. Pero claro, ellos tenían que hacer este juego para los medios (de comunicación)”.
“La juez me molestó con su arrogancia. Ella dijo: Estoy aquí para fijar una fecha, no para trabajar un caso”.
“Aunque la fecha es una realidad. Yo estoy bien. Mis abogados van a hacer todo lo posible por detener la ejecución, pero eso no será hasta el día o un día antes. Yo estoy optimista y aún me siento fuerte”.
El 19 de mayo, Medellín escribió: “Me encuentro sorprendentemente bien y mucho más en paz de lo que me hubiera imaginado. No me llegó como un choque (la fecha de ejecución, sabía que vendría. He estado aquí mucho tiempo y conozco cómo funciona el sistema”.
“Estoy muy optimista y creo que algo bueno va a pasar”, confió Medellín a Bagger, al tiempo que le dio a conocer el haber concedido entrevistas a cadenas de televisión en Italia y México para mantener la atención sobre su caso, sobre todo en Europa y México.
Luego, en una jactancia, Medellín señaló: “Soy soldado de la República Mexicana y moriré mil veces antes de que me rinda ante un texano. Es posible que me golpeen hasta matarme, pero ellos verán al soldado morir con honor y dignidad”.
“Soy un príncipe azteca y como un príncipe miraré a la muerte sin pestañear. ¿Cómo se atreven a pensar que actuaré diferente?”, señaló petulante.
El 21 de julio de 2008, en lo que sería su penúltima carta a Bagger, el mexicano escribió: “Me siento en paz y tranquilo. La muerte es algo por la que todos tenemos que pasar; entonces por qué pretender que viviré para siempre. Es una ilusión”.
“Si la intención es que muera ahora. Entonces moriré y si no, entonces no moriré en este momento. La hora nos llega a todos”, señaló Medellín.
Las cartas del mexicano a la periodista danesa se iniciaron cuando Bagger, siendo aún una adolescente, se topó con una página en Internet que informaba sobre la muerte de las dos adolescentes, se interesó en el caso y escribió a Medellín, uno de los homicidas.
Medellín fue ejecutado el pasado martes mediante inyección letal, tras desafiar Texas una orden de la Corte Internacional de Justicia de la Haya para suspender la aplicación de la sentencia por haber sido violados sus derechos como extranjero.
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