Dallas, E.U.-
Durante los últimos años, los índices de las 10 principales causas de muerte en Estados Unidos se han reducido o mantenido estables, excepto la del suicidio, que va en aumento sin que exista aún un esfuerzo coordinado para abatirlo.
En 2013, el año más reciente del que se tienen datos disponibles, en Estados Unidos se registraron 41 mil 149 suicidios, por lo que se constituyó en la décima principal causa de muerte y la única en aumento.
Ese año, cada 12.8 minutos se registró un suicidio en Estados Unidos, de acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Los estadunidenses son mucho más propensos a suicidarse que a cometer homicidio. Los asesinatos se han reducido a la mitad desde 1991, pero la tasa de suicidios se mantiene en aumento desde entonces.
De hecho, más del doble de personas mueren por suicidio cada año que por homicidio.
A pesar de ello, aún no hay un esfuerzo coordinado a nivel nacional para frenar los índices de suicidio, hay confusión y el debate sobre si la conducta suicida debe ser considerada una enfermedad o un comportamiento que resulta de un trastorno del estado de ánimo.
El 90 por ciento de los suicidios que se registran en este país ocurren en personas que padecen alguna enfermedad o trastorno mental.
Sin embargo, aproximadamente unos 10 millones de estadunidenses con enfermedades mentales permanecen sin atención médica, según datos de la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio.
Estados Unidos parece casi complaciente con las cifras de suicidio, mientras autoridades, instituciones de salud y organizaciones sociales permanecen sumidos en la confusión sobre cómo abordar esta importante causa de muerte.
Los especialistas advierten que Estados Unidos invierte más dinero a la investigación y tratamiento de enfermedades y males sociales que matan a mucho menos estadunidenses que en combatir el suicidio, pese a la evidencia de que mayor inversión en este fenómeno se traduciría en la salvación de más vidas.
Christine Moutier, directora médica de la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio, lamentó que en Estados Unidos nunca haya existido un esfuerzo coordinado para abatir esta situación.
En declaraciones esta semana, con motivo de la celebración de la Semana Nacional de Prevención del Suicidio 2015, Moutier señaló que el suicidio no ha sido atendido en la forma como ha ocurrido con el VIH, el cáncer de mama, la enfermedad de Alzheimer o el cáncer de próstata.
Los Institutos Nacionales de la Salud, que disponen de los mayores recursos federales para la investigación, dedican una pequeña fracción para combatir el suicidio en comparación con enfermedades como el cáncer de mama y de próstata que salvan menos vidas.
A pesar de que el número de casos de suicidio va en aumento, el presupuesto del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) para la investigación de esta conducta se ha ido reduciendo desde 2011.
Las instituciones de salud coinciden en que las principales causas de suicidio en Estados Unidos son las enfermedades mentales, como la depresión, ansiedad y otros desórdenes.
Pero además, el abuso de substancias, el historial familiar, la violencia familiar, la posesión de armas de fuego, el encarcelamiento o tener a alguien en prisión.
Los índices de suicidio varían considerablemente entre los diferentes grupos de personas.
El CDC registra los índices de suicidio bajo cuatro variables demográficas, incluyendo edad, sexo, raza u origen étnico, además de la región geográfica.
Por muchos años, en Estados Unidos el índice de suicidio ha sido alrededor de cuatro veces mayor entre los hombres que entre las mujeres. En 2013, los hombres tenían una tasa de suicidios de 20.2 (por cada 100 mil) y mientras que las mujeres registraron un índice de 5.5.
De los que murieron por suicidio en 2013, el 77.9 por ciento fueron hombres y el 22.1 por ciento mujeres.
Los índices de suicidio más altos en 2013 en Estados Unidos se registraron entre las personas de 45 a 64 años de edad con 19.1 casos por cada 100 mil, seguido por los de 85 o más años de edad con 18.6.
Los datos del CDC señalan que los hombres anglosajones sumaron el 70 por ciento de los suicidios registrados en 2013.
En el caso de los jóvenes este es un sector poblacional que consistentemente registra los índices de suicidio más bajos que los adultos de mediana edad y mayores.
En 2013, los adolescentes y los adultos jóvenes entre 15 y 24 años tenían una tasa de suicidios de 10.9 casos por cada 100 mil.
En cuanto a los índices por raza o etnicidad, en 2013 el mayor número de suicidios (14.2) se registró en la población de origen anglosajona, seguida por los indios americanos o americanos nativos (11.7).
Los hispanos, afroamericanos y asiáticos registraron en 2013 los índices mucho más bajos con 5.7, 5.4 y 5.8, respectivamente.
Los métodos más comunes para quitarse la vida fueron las armas de fuego. En 2013, más de la mitad de las personas que se suicidaron (51.4 por ciento) en Estados Unidos utilizaron una pistola o rifle.
Otros métodos fueron la asfixia por ahorcamiento, con 24.5 por ciento, y el envenenamiento, con el 16.1 por ciento.
Se estima que el suicidio representa un costo económico en Estados Unidos de más de 44 mil millones de dólares. Después del cáncer y las enfermedades del corazón, el suicidio suma más años de vida perdidos que cualquier otra causa de la muerte.
El costo económico del suicidio resulta casi enteramente de la pérdida de salarios y la productividad del trabajo al recaer con más fuerza sobre los adultos en edad de trabajar.
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