Filadelfia, E.U.-
El conductor del tren que descarriló en la noche del martes en Filadelfia (este de EEUU), con un saldo de siete muertos, intentó un desesperado frenado pero no logró reducir la velocidad del convoy, dijeron investigadores este miércoles.
Previo al descarrilamiento, el conductor recurrió a una “aplicación de frenado completo de emergencia”, pero apenas logró reducir la velocidad en unos pocos kilómetros por hora, dijo a la prensa Robert Sumwalt, de la Agencia Nacional de Seguridad en el Transporte.
De acuerdo con Sumwalt, el tren que viajaba de Washington a Nueva York se aproximó a la curva a una velocidad de unos 170 kilómetros por hora, pero la medida urgente del conductor redujo esa velocidad solamente a unos 164 kms/h, el doble de lo permitido en ese tramo.
“Se requiere un tiempo y una distancia mayores para desacelerar un tren”, dijo el funcionario a la prensa.
El sistema de control de velocidad instalado por la red Amtrak en el corredor entre Washington y Nueva York no había sido implementado aún en ese tramo particular. “Sentimos que si ese sistema hubiese sido instalado en ese tramo de las vías, el accidente no habría ocurrido”, dijo.
Según las primeras estimaciones de Sumwalt, el equipo de peritos trabajará en el lugar del accidente por lo menos durante una semana.
Este accidente ocurrió en el mismo sector que fue escenario de una de las más graves catástrofes ferroviarias en Estados Unidos: en 1943 un tren descarriló en la misma curva y dejó un saldo de 79 muertos y 117 heridos, a causa de una falla mecánica.
Por su parte, el alcalde de Filadelfia, Michael Nutter, confirmó el miércoles que la llamada caja negra del tren fue rescatada y es objeto de análisis, al tiempo que el conductor del tren sobrevivió al desastre y ya ofreció su testimonio a la policía.
“Somos víctimas de una tragedia”, la peor en materia de descarrilamiento ferroviario en 50 años, dijo el alcalde, quien también confirmó siete víctimas fatales.
– Análisis de la caja negra –
El sitio donde ocurrió el descarrilamiento es uno de los corredores ferroviarios más utilizados en Estados Unidos.
La caja negra, que graba informaciones sobre el funcionamiento del tren, se encuentra “en el centro de operaciones de Amtrak, en Delaware, para su análisis”, dijo Nutter.
Este miércoles, las autoridades locales aún compilaban las listas de pasajeros y las cotejaban con las personas identificadas en el lugar del accidente, ya que aún hay personas que no fueron halladas.
Los peritos realizaron en la jornada una nueva búsqueda entre los vagones destrozados. Las autoridades especulan que otras personas que sufrieron lesiones menores se retiraron por sí mismas de la zona del desastre.
Un centro de apoyo a las familias de las víctimas ya fue instalado en el lugar.
El médico jefe del Temple University Hospital de Filadelfia, Herbert Cushing, dijo que en ese centro eran atendidas 23 personas en la tarde del miércoles, ocho de ellas en estado crítico. Sin embargo, confió que en esas ocho personas sobrevivirían.
Entre los heridos no se registraron niños pero sí “personas extranjeras”, provenientes de países como España, Bélgica, Alemania, India y Albania.
El descarrilamiento se produjo en un barrio pobre al norte de la ciudad de Filadelfia, donde las casas precarias están instaladas entrre fábricas a lo largo de las vías.
Iwina Washington, de 27 años, se encontraba en el porche de su casa en el momento del accidente, y aunque afirma que no escuchó nada, vio unos enormes resplandores iluminando la noche.
Al aproximarse al lugar, descubrió un escenario de película de terror. “Había personas que salían (de los vagones destrozados) como locos”, con los rostros cubiertos de sangre y desorientados, dijo a la AFP.
– Obama lamentó tragedia –
El presidente Barack Obama lamentó la “tragedia” y destacó el trabajo de bomberos, socorristas, médicos y policías “que trabajan sin descanso para salvar vidas”.
“De Washington a Filadelfia pasando por Nueva York y Boston, es una tragedia que nos toca a todos”, indicó el mandatario en un comunicado.
Max Helfman, de 19 años, que viajaba con su madre en el último vagón, dijo que sintió una conmoción antes de que el tren volcara.
“La gente fue lanzada a tierra”, relató el joven al diario Philadelphia Inquirer. “Los asientos se salieron de lugar, las maletas caían sobre los pasajeros. Mi madre voló sobre mí y tuve que agarrarla. La gente sangraba, era horrible”, señaló.
Otro pasajero, Jeremy Wladis, de 51 años, que estaba en el vagón de cola cuando se produjo el accidente relató al mismo periódico que “teléfonos, ordenadores, todo volaba. Había mujeres que fueron despedidas hacia la rejilla para los equipajes”.
Al menos uno de los vagones yacía destrozado tras haber volcado. Los socorristas tuvieron que utilizar linternas para buscar heridos o sobrevivientes, con la ayuda de helicópteros que sobrevolaban iluminando la escena con potentes reflectores.
Mientras los bomberos traían escaleras para acceder a los vagones retorcidos, se veía un enjambre de ambulancias y patrulleros de policía, en un escenario caótico.
“Todo iba bien y de repente dimos la vuelta”, relató uno de los ocupantes del tren, Don Kelleher. Un video en Instagram mostró a gente llorando y gritando en los primeros segundos tras el accidente.
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