Washington, D.C.-
El Servicio Secreto de Estados Unidos, que ha sido el centro de sucesivos escándalos por fiascos de seguridad e indisciplina de sus agentes, será puesto esta semana bajo la lupa en la Cámara de Representantes de mayoría republicana.
Joseph Clancy, el recién nombrado director del Servicio Secreto y exencargado de la seguridad personal del presidente Barack Obama y de su familia, comparece ante el Comité de Gastos, en medio de nuevas revelaciones de conducta inapropiada de dos de sus agentes.
“La necesidad de un cambio profundo (en el Servicio Secreto) parece más urgente, cada vez que ocurre un incidente mortificante, al tiempo que se hace más convincente el argumento sobre la necesidad de traer un agente del cambio de fuera de la institución”, editorializó el diario The Washington Post.
El influyente matutino capitalino reveló que dos veteranos agentes del Servicio Secreto habrían golpeado con su vehículo oficial una barricada de seguridad, a raíz de que el conductor manejaba aparentemente alcoholizado luego de asistir a una fiesta.
Aunque los agentes que detectaron el incidente trataron de detener y someter a los dos infractores a pruebas de alcohol, un supervisor intervino, evitó que fuera sometidos al alcoholímetro y los mandó a su casa. La agencia no informó hasta que fue publicado por el Post.
El nuevo incidente encolerizó a los republicanos. “Nuestro comité continuará su investigación del Servicio Secreto y agregará esto a la lista de vergüenzas”, señaló el presidente del Comité de Supervisión de la Cámara Baja, el republicano Jason Chaffetz.
El Servicio Secreto ha sido objeto de fuerte escrutinio público y legislativo en medio de críticas de que mantiene una cultura permisiva que derivó en el “Prosti-gate”, cuando agentes contrataron prostitutas durante de la Cumbre de las Américas en Colombia en 2012.
Julia Preston, la antecesora de Clancy, llegó al cargo con la misión de ejecutar reformas profundas en la institución.
Pero la agencia que cuenta con más de seis mil agentes no logró desactivar las críticas, en especial luego que el soldado de origen puertorriqueño Omar González, logró penetrar a la Casa Blanca a pesar de todas las medidas de seguridad en vigor.
Al menos 16 incidentes similares de traspasar la reja de seguridad se han registrado en la Casa Blanca en los últimos cinco años. A raíz de los problemas, la residencia ejecutiva tiene ahora un perímetro adicional de rejas de seguridad y vigilancia más visible.
Clancy, quien inició su carrera en el Servicio Secreto en 1984, remplazó a Preston en febrero pasado bajo la nube de la controversia por la intrusión de un exsoldado a la Casa Blanca y tras revelaciones de nuevas fallas en la seguridad presidencial.
Un panel independiente establecido por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) había recomendado en su momento que Obama designara a un nuevo director o directora que no perteneciera a la institución.
Pero el presidente optó por un experimentado agente que había estado previamente a cargo de la seguridad del mandatario y su familia.
“Joe Clancy tiene el balance entre la familiaridad con el Servicio Secreto y sus misiones, respeto dentro de los rangos y una probada determinación para tomar decisiones difíciles y alentar cambios necesarios”, dijo el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson.
Pero los críticos del presidente sostienen que el nuevo incidente muestra que la cultura de la institución no ha cambiado de manera significativa desde la llegada de Clancy, a pesar de que hizo cambios a nivel directivo y pidió una pesquisa independiente del nuevo incidente.
“?Por qué el Servicio Secreto no divulgó el último problema hasta que el Post hizo preguntas?. Ese tipo de auto-protección no refleja un espíritu de reforma”, sostuvo el diario.
Con un presupuesto de más de mil 800 millones de dólares, el Servicio Secreto tiene bajo su responsabilidad la seguridad presidencial, así como la de dignatarios extranjeros en Estados Unidos.
Sin embargo, en los últimos años ha sufrido recortes presupuestales que derivaron en la salida de 550 agentes, en parte por la reducción automática de recursos aprobada por el presidente Barack Obama y el Congreso.
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