Washington, D.C. / Marzo 6.-
Los poetas lo llaman una lenta navidad del alma. Pero, para la mayoría de los medios de comunicación en Estados Unidos, el encanecimiento prematuro del presidente Barack Obama tiene un origen más mundano: la gravedad de una situación económica sin precedentes desde la Gran Depresión y las dos guerras abiertas en Irak y Afganistán.
A menos de dos meses de haber asumido el mandato, Barack Obama parece confirmar el viejo aserto de que un año en la oficina oval de la Casa Blanca equivale a siete años de la vida de un perro en términos de envejecimiento. Las canas que poco a poco le van asomando no corresponden con las de un hombre de apenas 47 años que todos los días se ejercita y cuida religiosamente de su alimentación.
Precisamente, lo prematuro de su encanecimiento ha disparado a través de distintos blogs de internet los rumores sobre un posible trabajo de tinte a cargo de su peluquero Zariff, el hombre que le ha cortado el pelo desde hace casi 20 años.
“Falso. Le puedo asegurar que el presidente no se pinta canas. Su pelo es completamente natural”, aseguró su peluquero a una inquisitiva reportera de The New York Times.
Para periódicos como The Washington Post y The New York Times, el encanecimiento prematuro de Obama ha sido objeto de especulaciones de peluquería, tras las cuales sus colaboradores han llegado a la conclusión de que el fenómeno que ha dotado de Obama de una imagen más avejentada y respetable es producto de una intensa campaña por la Presidencia.
“Fue sólo hace 754 días cuando aquel senador con cara de niño inició su carrera hacia la Casa Blanca desde las escalinatas del Capitolio de Springfield, y que con cada debate y después de cada lucha en las primarias, ha visto cómo su pelo ha ido tornándose gris”, asegura el Post.
Para el diario neoyorkino, el encanecimiento de Obama es producto del estrés y los rigores de ocupar la oficina oval de la Casa Blanca, un riesgo que va incluido en el sueldo como presidente de EU y que se hizo patente en los casos de Bill Clinton y George W. Bush.
El propio Obama bromeaba en agosto pasado para referirse a la prematura aparición de pelo blanco sobre sus sienes: “Cuando empecé hace meses en Springfield todo el mundo me llamaba hombre joven, pero hoy ya no lo hacen. El pelo se me está poniendo gris”, aseguraba Obama con tono resignado.
La atención sobre las prematuras canas de Obama coincide con la sorpresa que el presidente y su esposa Michelle prepararon a sus hijas Malia y Sasha, al instalar un juego de columpios de madera justo frente a los ventanales de la oficina oval. Además, la Casa Blanca confirmó que la mascota de las pequeñas llegará en los primeros días de abril.
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