DALLAS, TEX.- A dos años de su inauguración, el Puerto de Entrada de Boquillas, el único cruce internacional para personas totalmente automatizado en la frontera con México, ha revitalizado la economía de una de las regiones más remotas del norte de ese país.
En el cruce se usa tecnología computarizada y comunicaciones a distancia para permitir el acceso de personas a territorio estadunidense, sin tener destacado ahí personal de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Este puerto de entrada conecta un área remota del Parque Nacional Big Bend, en Texas, con la comunidad de Boquillas del Carmen, en el norteño estado de Coahuila.
De acuerdo con la CBP, en los primeros dos años de funcionamiento se ha procesado por este puerto de entrada el ingreso de 16 mil personas, la gran mayoría de ellas turistas que visitan el Parque Nacional Big Bend y cruzan a México para visitar Boquillas del Carmen.
La instalación del puerto de entrada forma parte de un centro de visitantes del Parque Nacional Big Bend.
El puerto de entrada automatizado ha permitido restablecer el flujo de viajeros que quedó interrumpido por más de una década, a consecuencias de las medidas de seguridad asumidas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Antes de los atentados de 2001, cientos de turistas estadunidenses que visitaban la zona del Parque Nacional Big Bend pasaban a México a fin de adquirir artesanías o para comer en los pequeños establecimientos ubicados del otro lado de la frontera.
Sin embargo, desde mayo de 2002, como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre, este tipo de cruces fronterizos informales quedaron prohibidos y se reforzó la seguridad en el área.
De esta forma, las comunidades de uno y otro de la frontera, que se habían desarrollado bajo esquemas de colaboración mutua, quedaron separadas.
El nuevo puerto de entrada permitió a partir del 10 de abril de 2013 restablecer el flujo de personas de un país a otro.
“Es considerado un puerto de entrada de Clase B”, ya que sólo se autoriza el cruce peatonal, explicó Alex Leos, subdirector de los Puertos de Entrada de Presidio y Boquillas.
El cruce opera en un remoto lugar donde la frontera está delimitada por el Río Bravo y en el que no existe puente internacional, por lo que el paso de un país a otro se hace mediante el uso de lanchas que operan por un concesionario.
Al desembarcar en la orilla estadunidense, las personas deben pasar por el puerto de entrada automatizado, en el que agentes aduanales ubicados en otro lugar, a cientos de kilómetros de distancia, analizan en forma remota los documentos migratorios.
Las personas ingresan por una puerta y, frente a una ventanilla computarizada, siguen los pasos de identificación sometiendo sus documentos migratorios a lectores de barras y sus dedos a escáneres de huellas dactilares.
Una vez que el viajero ha sido plenamente identificado con la ayuda de la tecnología, un guardia aduanal ubicado quizás en El Paso, Texas, o en cualquier otra oficina de la CBP, autorizará el cruce oprimiendo un botón que abrirá una puerta que dará acceso a Estados Unidos.
Según la CBP, cámaras de video controladas a distancia permiten vigilar el puerto de entrada en su totalidad. En caso de que alguna persona intentara eludir el sistema, agentes del Servicio Nacional de Parques y de la Patrulla Fronteriza que vigilan el área serían alertados.
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