San José, Costa Rica / Mayo 13.-
En una “operación silencio” dirigida por el médico Carlos Lage, quien era vicepresidente de Cuba, el régimen comunista de La Habana desplegó una intensa maniobra política para acallar y encarcelar en junio de 1997 al galeno cubano Desi Mendoza Rivero por atreverse a denunciar que un mortal brote de dengue hemorrágico había emergido en el oriente de la isla.
Como un personaje en ascenso en la estructura cubana de poder que en 1997 era la tercera figura política más importante del régimen—luego de los hermanos Fidel y Raúl Castro—, el vicepresidente justificó el arresto con el alegato de que la denuncia tenía una meta: desestabilizar al país con la difusión de propaganda enemiga y poner en peligro a la industria turística cubana, catalogada entonces como locomotora económica de la isla.
La situación resurgió luego de que Fidel Castro—alejado en 2006 del poder por enfermedad y reemplazado en febrero de 2008 por su hermano—acusó a México de ocultar información sobre la epidemia de influenza A para no perjudicar la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a la capital mexicano a mediados de abril pasado.
Lage, defenestrado por los Castro en marzo anterior ante un supuesto acto indigno y reubicado en un puesto de bajo rango, colocó el tema económico sobre el sanitario. Pero poco tiempo después, y ante el creciente número de víctimas mortales que el dengue estaba provocando en la zona oriental, Cuba debió salir del silencio y admitir ante la comunidad internacional que estaba siendo golpeada por la enfermedad.
El dengue en sus variedades clásico y hemorrágico por la transmisión del mosquito “Aedes aegypti”, había surgido desde enero de 1997 en Santiago y, según registros de organismos foráneos, hubo 17 mil 114 casos clínicos de ambos. De 205 hemorrágicos, 12 perecieron por la epidemia, que se prolongó hasta noviembre de 1997 al detectarse el último caso.
Pero el médico que lanzó la primera alerta sanitaria siguió encarcelado en Santiago. Mientras su familia era sometida a un intenso acoso político, Mendoza era condenado en noviembre de 1997 a ocho años de prisión por divulgar propaganda enemiga, un delito que el aparato jurídico revolucionario utiliza para arrinconar a las débiles organizaciones de la disidencia interna.
En noviembre de 1998, España gestionó su libertad ante Cuba y le otorgó asilo político. En el exilio en Madrid, Mendoza escribió un libro al que bautizó con solo una palabra: “Dengue”.
“Mendoza fue encarcelado como una represalia del gobierno cubano por poner, en términos de la opinión pública, el hecho de que el dengue estaba provocando muertes en Santiago de Cuba”, recordó ayer el disidente cubano Elizardo Sánchez, presidente de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. “Fue un injusto encarcelamiento”, agregó, en una entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde La Habana.
Cuba “no dio ningún informe” sobre la epidemia, sino hasta después, rememoró.
Un informe de Amnistía Internacional—una organización que vigila el panorama mundial de derechos humanos y acogió a Mendoza como “preso de conciencia”—reveló que el médico recuperó su libertad por “motivos humanitarios” ante su “precario estado de salud”.
Mendoza, añadió AI, fue encarcelado “en relación con una crítica que había realizado sobre el modo en que se había tratado una epidemia de la fiebre del dengue en Santiago de Cuba y el este del país. Según los informes, durante el juicio, que se celebró en noviembre de 1997, lo acusaron de haberse comportado de un modo que era políticamente opuesto al sistema social de Cuba”.
Discussion about this post