Washington, D.C. / Oct. 28
El fantasma de un magnicidio contra el candidato demócrata a la presidencia, Barack Obama, impactaba este lunes a la opinión pública y obligaba al servicio secreto a reforzar sus controles de seguridad, tras conocerse los detalles de un complot orquestado por grupos supremacistas blancos asentados en el estado de Tennessee, para asesinarle y evitar su llegada a la Casa Blanca.
A pesar de que los rumores de un atentado contra el candidato demócrata ya habían circulado desde las elecciones primarias, cuando su adversaria demócrata, Hillary Clinton, fue acusada de jugar la “carta racial” y de instigar de forma indirecta a algunos de los sectores de la extrema derecha que comulgan con el odio racista y la ideología neonazi, las evidencias de un atentado contra Obama nunca se habían concretado.
La captura de los principales instigadores de este complot, identificados por la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), como Daniel Cowart y Paul Schlesseman, ha sido posible después de una larga y meticulosa investigación.
Los detalles de la conspiración para asesinar a Obama se conocieron a través de los documentos presentados ante una corte federal, como parte del proceso iniciado contra un grupo de cabezas rapadas que fueron sorprendidos cuando planeaban una masacre en cadena para asesinar a 102 personas de raza negra y culminar su operación asesinando al candidato demócrata.
Según los documentos entregados a la corte, los cabezas rapadas detenidos desde la semana pasada planeaban atacar a 88 personas de raza negra y decapitar a 14. El agente especial en Nashville de la ATF, Jim Cavanaugh, confirmó los detalles de una historia que este lunes corría como pólvora a través de los principales medios de comunicación y obligaba al servicio secreto a extremar sus medidas de seguridad en torno a la campaña de Obama.
“Los hombres también planeaban extender su sangrienta campaña a nivel nacional, con Obama como su víctima final”, aseguró Cavanaugh.
“Dijeron que ese sería su último acto: que intentarían matar al senador Obama. Que no creían que serían capaces de hacerlo, pero que morirían intentándolo”, añadió el agente de la ATF para detallar los planes de un magnicidio que ha sido frustrado en su fase de gestación.
Durante los 21 meses que ha durado la campaña presidencial de Barack Obama, el servicio secreto y el FBI sólo habían registrado un incidente vinculado a un supuesto plan para asesinar al candidato demócrata.
Ocurrió el pasado mes de agosto, en el marco de la Convención Demócrata realizada en la ciudad de Denver, Colorado, cuando la policía local detuvo a cuatro personas identificados con grupos que promueven la supremacía de la raza blanca, que, al parecer, planeaban un atentado contra Obama.
En aquel entonces, el oficial que detuvo a un individuo que conducía bajo los efectos del alcohol, encontró armas, drogas, radios, un chaleco antibalas, placas y licencias de manejar falsas.
Esta detención condujo al arresto de otras tres personas, una de ellas en su domicilio, y otras dos en un motel de carretera, pero las investigaciones nunca fueron concluyentes.
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