CD. DEL VATICANO.- Para Alberto Suárez Inda, el nuevo cardenal mexicano, existe una “cierta manipulación política de los hechos de Ayotzinapa, cuyo objetivo es provocar una insurrección que no traería nada con el eventual desconocimiento del principio de autoridad o descalificando a quienes pueden tener alguna responsabilidad, pero no directamente”, dijo enfáticamente en una conferencia de prensa en la que habló de corrupción en particular.
“Creo que hay instrumentos para denunciar la corrupción, sobre todo ahora que viene el tiempo delicado de las elecciones, durante el cual se debe cuidar muy bien que los candidatos sean gente que no arrastre compromisos con otros intereses, sino que sea gente dispuesta a servir al pueblo de una manera justa y honesta”, dijo Suárez Inda a EL UNIVERSAL.
El cardenal agregó que creía que “hemos tocado fondo y se están poniendo las bases para una nueva etapa de nuestra historia”, confesando asimismo que, no obstante que ni ellos [los gobernantes] ni nosotros [la Iglesia] somos gente inmaculada, “hay señales de que queremos sacudirnos este estigma o plaga que nos ha hecho avergonzarnos ante el mundo como un país en donde existe un alto grado de corrupción”, aclarando que “no somos los únicos, sino parte de una humanidad que tiene que estar constantemente reformándose”.
Durante su conversación con la prensa, señaló que era triste que “políticos formados en universidades católicas no sean precisamente modelo de honestidad”, y que así como éstos haya muchos otros católicos practicantes que “llevan una doble vida, abusando de sus puestos de poder para robar y en ocasiones para matar, contradiciendo así su función de cristianos”.
Luego de aclarar que la corrupción no es algo exclusivo de México, el nuevo purpurado dijo que la Iglesia debe erradicar este fenómeno “sobre la base de una evangelización más seria” y el Estado con “una educación moral, visto que abandonó toda formación ética al eliminar la asignatura de civismo en las escuelas, para así buscar una nueva relación de justicia, verdad y confianza”.
Acotó por otra parte que en el caso de los estudiantes desaparecidos, la Iglesia había mantenido una línea de libertad
en relación con la defensa de los derechos humanos, al dolor de los familiares de estas personas y respecto de la gravedad de este crimen, pero siempre “de manera muy seria y sin ir más allá de los hechos comprobados”.
Respecto a su nombramiento, dijo que no lo consideraba un premio a su labor pastoral en Michoacán y Guanajuato, jurisdicciones de su diócesis, sino una manera para mejorar su servicio a la Iglesia universal, porque no todo en estas zonas es negativo, “ahí está su historia, tradiciones y religiosidad”, por lo cual “es contradictorio que exista tanta violencia” en las mismas.
Para Suárez Inda, la raíz de todos estos problemas está en “desintegración de las familias, en gran parte por la emigración, pero también en el híper erotismo de nuestra sociedad, en el descrédito de muchas autoridades, a todos los niveles, y en la falta de coherencia de los hombres de la Iglesia”.
Comentó asimismo que durante la entrega del título de cardenal el Papa, “que conoce perfectamente la situación de mi diócesis, me dijo ‘que San Policarpo lo ayude en esa tierra tan caliente’, aludiendo a esa zona del país donde los problemas no son pocos”.
Al término de la conferencia, luego de subrayar que no había que relativizar los problemas actuales, el arzobispo de Morelia y hoy cardenal agregó que a pesar de esto “debemos ver las cosas positivamente, ser testigos de honestidad y ser servidores en el sentido de formar mejor a nuestros fieles, tanto laicos como sacerdotes, para que también ellos sigan esta línea de conducta”.
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