Río de Janeiro, Brasil.-
Analistas, políticos, economistas y sociólogos especulaban hoy sobre las potenciales consecuencias socio-políticas de la histórica derrota 7-1 de la selección brasileña ante Alemania, a menos de tres meses de las elecciones presidenciales.
En un país donde el fútbol, y en especial el de la selección, es capaz de proyectar su influencia en casi todos los aspectos de la vida pública y privada, el inaudito ‘Mineirazo’ de ayer –seguido en vivo por millones de brasileños- podría tener efectos imprevisibles.
“Hasta hoy la asociación entre fútbol y resultado electoral era un mito. Pero hasta ahora nunca había ocurrido un vejamen como ese”, aseguró Mauro Paulino, el director general de Datafolha, uno de los mayores centros de sondeos y estudios de opinión de Brasil.
Politólogos que hace semanas recordaban que las derrotas de Brasil en las copas de 1998 y 2006 no impactaron en la reelección de Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva, respectivamente, señalan ahora que el hecho de que el Mundial haya sido en el país sudamericano podría cambiarlo todo.
En especial, porque hace tan solo un año de las masivas protestas que sacudieron al país y la clase política, provocando incluso que la presidenta Dilma Rousseff tuviera que hacer un pronunciamiento público y promesas a los manifestantes que censuraban la corrupción y la ineficiencia de los costosos servicios públicos.
Conscientes de que la campaña electoral ya arrancó tras la derrota de la selección, cuyo devenir deportivo acaparaba la atención mediática del país hasta la fecha, la presidenta y sus principales rivales tardaron ayer pocos minutos en pronunciarse a través de las redes sociales sobre la humillación de la ‘canarinha’.
“Así como todos los brasileños, estoy muy, muy triste con la derrota. Lo siento inmensamente por todos nosotros, aficionados, y nuestros jugadores”, indicó Rousseff, contra quien se volvieron a oir insultos en el estadio de Belo Horizonte y en las calles de Río de Janeiro.
En los sondeos de opinión, Rousseff lideraba con amplia ventaja las encuestas para ser reelecta jefa de Estado en los comicios del 5 de octubre, con un apoyo en torno a 40 por ciento de los encuestados, 20 puntos por encima de su principal rival, Aécio Neves.
La victoria de Brasil en las fases consecutivas del Mundial habían logrado incluso cambiar la imagen del evento –marcado por los retrasos y los sobrecostos en la infraestructura-, que pasó de 51 por ciento de aprobación pública en junio a 63 por ciento a inicios de julio.
La mandataria, de inicio distante del evento y preocupada de que una mala organización pusiera en juego su reelección, había aprovechado el buen curso de la ‘canarinha’ para reincidir en su lema de que Brasil estaba organizando “la Copa de las copas”.
Sin embargo, el resultado “humillante, vergonzoso y vejatorio”, según la prensa local hoy, sería un perfecto caldo de cultivo para que calen las protestas sindicales y sociales que está previsto se reanuden la próxima semana en varias ciudades para influenciar el inicio de la campaña electoral.
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