Washington, D.C. / Enero 10.-
Para un país que se creía un poco más seguro, el fallido atentado terrorista en el vuelo 253 de Northwest Airlines, el 25 de diciembre, fue un duro golpe, uno que trajo ecos a los estadounidenses de la pesadilla que vivieron hace nueve años y de la sensación de vulnerabilidad que quedó tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 al Worl Trade Center (Torres Gemelas) de la ciudad de Nueva York.
La actuación en solitario de Umar Faruk Abdulmutallab, un joven nigeriano de 23 años con aparentes vínculos con Al-Qaeda, que fracasó en sus intentos por sorprender a Estados Unidos y a todo el mundo con una Navidad sangrienta, ha conseguido que la lucha contraterrorista vuelva a cobrar protagonismo en la agenda del presidente Barack Obama en este 2010.
Expertos del Departamento de Seguridad Interna (DHS) lamentan que el fallido atentado terrorista haya conseguido colocar la latente amenaza de Al-Qaeda a la cabeza de las prioridades de una administración que hoy lidia con los coletazos de la peor recesión en los últimos 70 años; con un índice de desempleo no visto en el último cuarto de siglo y con una histórica batalla legislativa para hacer realidad la reforma sanitaria.
Cuando la comisión creada a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 emitió sus conclusiones en el verano de 2004, la principal recomendación fue aplicar una “urgente unidad de acción” de las 15 agencias de inteligencia en torno a una sola estrategia contraterrorista. “A pesar de ello, casi nueve años más tarde, la administración Obama sigue encarando serias dificultades para coordinar los esfuerzos de sus distintos cuerpos de inteligencia”, comentó Greg Bruno, analista del Consejo de Relaciones Exteriores.
-Un blindaje imposible
Aunque desde 2001 se han invertido más de 40 mil millones de dólares para reforzar la seguridad en los aeropuertos de Estados Unidos, y pese a los acuerdos para reforzar los filtros de seguridad en las terminales aéreas de países vecinos como México o de naciones aliadas en los cinco continentes, lo cierto es que el blindaje perfecto contra terroristas de Al-Qaeda sigue siendo una misión que raya en lo imposible.
Particularmente cuando las 15 agencias de inteligencia y servicios de espionaje estadounidenses, con un presupuesto estimado de poco más de 40 mil millones de dólares al año —el presupuesto que se asigna anualmente a misiones de inteligencia es información altamente clasificada—, han sido incapaces de trabajar de forma más coordinada desde los atentados del 11-S.
En el reporte divulgado el jueves pasado por la Casa Blanca, se establece que a pesar de que la CIA y el Centro Nacional de Contraterrorismo (NCTC por sus siglas en inglés) contaron con información que habría permitido detener a Abdulmutallab antes de que éste abordara el avión que le llevaría de Amsterdam a Detroit, ninguno de sus agentes compartieron o cotejaron las pistas que tenían y que habían obligado al gobierno británico a negarle la renovación del visado en mayo pasado y a ponerlo en una lista de sospechosos.
Lo que es más, el director del NCTC, Michael Leiter, decidió no suspender sus vacaciones durante la crisis que siguió al fallido atentado, una versión que ha sido confirmada por su principal jefe, John Brennan, el principal asesor del presidente Obama en la lucha contra el terrorismo.
“La revisión en retrospectiva de este atentado fallido revela la incapacidad de nuestros sistemas de inteligencia y hoy todo aquel que haya tenido acceso o leído en un memorándum clasificado el nombre de Umar Farouk Abdulmutallab, quien fue denunciado por su propio padre y llegó a entrar incluso en contacto con un agente de la CIA, debería ser despedido fulminantemente”, consideró D. B. Grady, un ex comando de las Fuerzas Especiales.
La actuación de un terrorista en solitario, que ha devuelto a Estados Unidos a la pesadilla del 11-S y ha trastocado la agenda política de Obama, ha dejado además en evidencia la incapacidad de los sistemas de inteligencia por transformarse desde dentro.
Particularmente cuando los intereses creados desde la administración de George W. Bush, que concentran tres cuartas partes del presupuesto de inteligencia desde el Departamento de Defensa y la CIA, se han convertido en un muro infranqueable.
Falla espectacular
“El sistema que ha fallado de forma tan espectacular en el incidente del vuelo 253 es el mismo que instauró Michael Chertoff (durante la administración Bush) y que sólo sabe de fusiones y sinergias empresariales, pero muy poco de seguridad nacional”, consideró Tom Barry, analista político y de seguridad, en alusión a los poderosos grupos empresariales y contratistas que se han incrustado y beneficiado de los miles de millones de dólares que Estados Unidos ha invertido en el blindaje de seguridad desde el 11-S y que estuvo a punto de echar por tierra un joven solitario de 23 años armado con un poco de líquido explosivo y pólvora adosados a sus piernas.
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