Washington, D.C.-
El reforzamiento de la seguridad en la frontera entre Estados Unidos y México responde más a la agenda doméstica estadunidense con fines políticos que a una necesidad real, concluyó hoy un reporte binacional.
El reporte preparado por la Oficina de Latinoamérica en Washington (WOLA) y el Colegio de la Frontera Norte (COLEF) añadió que el despliegue de más agentes y equipo de vigilancia ha tenido un letal impacto sobre los flujos migratorios.
Esto, indicó, se vió reflejado en el persistente número de muertes en la frontera, si bien los cruces se han reducido.
Según el documento, la calma relativa que experimenta la frontera sur pese a la focalizada situación de violencia en México hace necesario que Estados Unidos replantee su estrategia de fortalecimiento en esa franja.
Sugirió que este reforzamiento responde más a la agenda doméstica estadunidense con fines políticos que a la realidad a lo largo de la franja.
El reporte aludió a la “profunda desconexión” entre la realidad en la frontera y el discurso en Washington sobre condiciones de seguridad, la noción de las repercusiones de la violencia y la necesidad de continuar con este fortalecimiento.
“Lo que encontramos en las estadísticas y el testimonio de la gente con que hablamos es mínima evidencia de estas repercusiones, especialmente en ciudades”, dijo Adam Isacson, analistas con WOLA y uno de los autores del reporte.
Respecto a las voces que claman que la violencia que vive México en algunas áreas de su frontera norte se está extendiendo al lado estadunidense, el reporte alude cifras que muestran lo contrario.
Una de ellas muestra que el promedio de homicidios en ciudades y comunidades dentro de una franja de 160 kilómetros a lo largo de la frontera con México fue de 3.6 por ciento por cada 100 mil habitantes, contrario al 4.8 por ciento de las del resto del país.
Los secuestros relacionados con el narcotráfico en la frontera sur estadunidense han ido a la baja, según la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), cuyas cifras muestran que éstos pasaron de 25 en 2010 a 10 hasta julio de 2011.
El reporte aludió además a la baja de 61 por ciento en el número de aprehensiones de indocumentados a lo largo de la frontera entre 2005 y 2011 como evidencia de la relativa calma que experimenta la frontera.
Isacson explicó que la razón de estas distintas realidades de uno y otro lado de la frontera se debe a que los narcotraficantes mexicanos buscan evitar incidentes en el lado estadunidense que pudieran resultar en un cierre de la frontera.
“Después de los ataques de 2011, la frontera fue cerrada por varios días y eso tuvo un efecto económico en los cárteles y éstos quieren evitar que se repita”, dijo el experto en una conferencia de prensa.
Aun la amenaza del terrorismo adolece de evidencia suficiente como causa de preocupación dado la ausencia hasta ahora de incidentes reportados en la frontera sur en contraste con los que se han sucedido en la franja norte.
En contraste, la actividad del narcotráfico ha ido en aumento como lo sugiere el incremento de 49 por ciento en los decomisos de mariguana en la frontera entre 2005 y 2010 y de 54 por ciento en lo relacionado con metanfetaminas.
Aunque el reporte tiene recomendaciones para ambos países para hacer más eficiente su respectiva labor en la frontera y establecer un programa real de coordinación, el mensaje principal está dirigido a Estados Unidos porque el reforzamiento ha explotado en su franja.
“Es urgente que Washington vea el fortalecimiento de la seguridad como una política pasada y no como una dirección para el presente o el futuro. Las inexistentes amenazas no lo justifican y los efectos secundarios, entre ellos el severo costo humanitario entre los migrantes, van en aumento”, enfatizó el reporte.
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