A mediados de 2006, cuando el Senado estadounidense aprobó la edificación de un muro a lo largo de la frontera con México para controlar el flujo de indocumentados, uno de los primeros alcaldes en resistirse a la propuesta del congresista republicano Duncan Hunter, fue Path Ahumada.
El edil de Brownsville advirtió las consecuencias socioeconómicas que desencadenaría una barrera entre ambos países y fustigó el gasto destinado para ello en plena desaceleración económica.
Desde entonces Ahumada protagoniza una serie de desencuentros y demandas en contra de la postura de Washington, que simultáneamente ha sido desaprobada por activistas sociales y propietarios de tierras yuxtapuestas al río Bravo.
No obstante, aunque la mayoría de los residentes en Brownsville son de origen hispano y también se han pronunciado contrarios al muro, el Departamento de Seguridad Interior (DSI) “forzó al Ayuntamiento” para que el pasado primero de julio en sesión solemne se le concedieran “sin costo alguno” cuatro hectáreas (valuadas en 95 mil dólares).
Con el objeto de levantar un cerco “provisional que podría ser eliminado una vez que la ciudad reforzara 3.4 kilómetros de diques”, Loren Flossman, gerente de proyectos de la iniciativa y brazo operador del muro en el sur de Texas, “convenció” a los comisionados municipales de otorgar su consentimiento aún sin la anuencia del mayor.
Pero Ahumada asistió acompañado a la asamblea pública donde se resolvería este asunto. Con pancartas y rechiflas decenas de civiles arremetieron contra los regidores de su ciudad por querer “privilegiar a la Casa Blanca y a sus políticas antimigratorias”, motivo por el cual el concejal Anthony Troiani acusó al alcalde de “violar la confidencialidad de la audiencia” y lo calificó de “oportunista”.
Tras un ríspido debate que se extendió hasta la medianoche de ese martes la sesión concluyó con cinco votos en contra del cerco, por uno a favor, lo que significó una victoria para Ahumada.
DORMIR CON EL ENEMIGO
En entrevista con Contralínea, el mayor de Brownsville manifestó que antes de celebrarse esta reunión fue increpado en privado por los seis comisionados que integran la Junta municipal: Anthony Troiani, Leonel Garza, Ricardo Longoria, Charles Atkinson, Carlos Cisneros y Edgard Camarillo, quienes también lo amagaron con desalojarlo de la asamblea.
“Me dijeron que era un espía, traidor y amenazaron con ponerme cargos criminales, porque revelé lo que ellos (liderados por Troiani) estaban haciendo en secreto.
“Los comisionados se presentaron a firmar un contrato que regalaba las tierras de Brownsville para construir un muro que la comunidad no quiere”, reprobó Ahumada.
Vía telefónica el edil atribuyó la actuación de los regidores a la falta de compromiso con su ciudad.
“Ellos no participaron en las audiencias públicas previas que se efectuaron sobre este tema. Tampoco han escuchado a la comunidad y ahora alegan que se van a perder fondos federales si no se le da luz verde a la iniciativa. Este hecho sólo refleja que no están integrados a las necesidades de la sociedad”, dijo.
Ahumada advirtió asimismo las “graves lesiones” que pueden originarse en la economía de ambos lados de la frontera de concretarse una barrera de esta naturaleza.
“Estamos hablando de 23 millas (37 kilómetros de longitud) de muro -entre el puente internacional viejo y el nuevo- que contaría el gobierno con la aprobación de la ciudad. Si eso llegara a acontecer los efectos negativos serían de dimensiones enormes.
“Además se atenta contra un proyecto binacional con Matamoros que introduje cuando fui elegido, de convertir parte del río Bravo en una región turística, similar a la de San Antonio, Texas”, afirmó el alcalde texano.
Por lo pronto, Ahumada aún disfruta su victoria que, reitera, le corresponde al pueblo:
“Fue el mejor cumpleaños que he tenido. La gente respondió, se presentó en contra del muro y los comisionados tuvieron que retractarse; sin embargo, debemos mantenernos en alerta porque en cualquier momento el asunto vuelve a avivarse”, avizoró.
“PLAN CON MAÑA”
A decir del munícipe el “supuesto cerco provisional” de cinco metros de altura que el gobierno federal pretende “armar” en esta ciudad es a base de concreto y varilla.
“Para mí es permanente aunque ellos dicen lo contrario. No iba quedar en el agua, sino sobre la tierra; pesa un chingo y yo no lo miro como una valla provisional”, reiteró Ahumada.
Referente a la discreta posición que sostuvieron los comisionados de Brownsville al intentar legitimar las obras del Departamento de Seguridad Interior, el mayor dijo desconocer si hay intereses económicos detrás del asunto, pero tampoco lo descartó.
“Lo que ahora puedo decir es que espero que ellos (los regidores) hayan aprendido la lección de no desoír a la ciudadanía. El día de la sesión pública hubo 120 terratenientes que me firmaron una declaración en contra de la medida y seguramente con los días se añadirán más”, dijo.
Por último, Ahumada hizo énfasis en que su país no debe edificar barreras “retrógradas y racistas”.
“Yo fui el primer ‘mayor’ que levantó la bandera en contra de este muro, lo hice público y pronostiqué lo que hoy está sucediendo, que el gobierno de Estados Unidos cometería atropellos.
“Nosotros como propietarios tenemos derechos y los vamos a defender. Es importante que Washington reconsidere su posición por lo que implican las relaciones comerciales y culturales con México y que no promueva algo muy vergonzoso en perjuicio de nuestros vecinos, porque hoy estamos al revés: la gente está yendo allá para comprar gasolina, con eso te lo digo todo”, concluyó.
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