Washington, EU./Oct. 17
Casi al mismo tiempo que Barack Obama y John McCain se daban una tregua, mientras intercambiaban bromas ingeniosas durante la tradicional cena de gala de la Fundación Alfred Smith en Nueva York, el comité nacional del Partido Republicano (NCR) y el propio McCain acordaban por debajo de la mesa el pistoletazo de salida a una guerra sucia con “llamadas de odio” contra el candidato demócrata.
Mientras McCain volvía a las andadas, con una táctica que el propio candidato republicano repudió en el año 2000, cuando éstas “llamadas de odio” se cebaron sobre su reputación y malograron sus aspiraciones presidenciales frente a la maquinaria de propaganda y guerra sucia de George W. Bush y Karl Rove, las encuestas volvían a colocar a Obama con un margen de entre 5 a 10 puntos de ventaja.
A pesar de sus pronunciamientos, a favor de una campaña que favorezca el debate de ideas y propuestas, la necesidad de atajar la marcha de Obama hacia la Casa Blanca han animado al candidato republicano a rebuscar de nueva cuenta en el viejo saco de los trucos y las trampas rastreras para echar mano de las “llamadas de odio” que ya saturan las líneas telefónicas de los electores en estados que serán cruciales en las elecciones del próximo 4 de noviembre.
“Barack Obama es un “extremista” con una “identidad oculta” que ha trabajado muy de cerca “con terroristas domésticos” y que “han asesinado a ciudadanos estadounidenses””, dice uno de los mensajes que circula en Minnesota, mientras desde la campaña republicana insisten en que éste tipo de tácticas no violan ningún tipo de legislación local o federal.
Obama “pretende implementar con los demócratas una agenda de extrema izquierda si llega a la Casa Blanca”, dice otro de los mensajes en Wisconsin, uno de los estados donde el avance del candidato demócrata ha obligado a la campaña republicana a replegarse hacia otros estados mientras echan mano de una campaña de llamadas de odio, una de las tácticas más baratas e insidiosas en el largo historial de marrullería electoral en Estados Unidos.
La vieja táctica de las “llamadas de odio” ha entrado así en escena en estados como Ohio, Wisconsin, Pennsylvania, Carolina del Norte, Florida y Minnesota, mientras Obama sigue consolidando su avance por un mapa que –según los cálculos de la cadena CNN– le concede un total de 277 votos electorales, muy por encima de los 270 que se necesitaría el próximo 4 de noviembre para convertirse en el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos y como el primer hombre que podría alzarse por encima del viejo estigma del racismo que hoy parece más vigente que nunca.
El inicio de esta guerra de llamadas de odio para atacar a Obama ha coincidido con el llamado que el prestigioso periódico The Washington Post ha hecho a sus lectores para invitarlos a votar por el candidato demócrata desde el convencimiento de que reúne todas las cualidades para convertirse “en un gran presidente”. El rotativo no ha desaprovechado la oportunidad para tildar a John McCain de continuista y de irresponsable por haber elegido a Sarah Palin como compañera de fórmula.
Al apoyo de The Washington Post se ha sumado el también diario capitalino The Washington Times –caja de resonancia de la derecha más conservadora, que ha sorprendido al desmarcarse del candidato republicano para favorecer a un candidato demócrata tachado de liberal–, y el periódico en español La Prensa de Nueva York, para elevar así a más de 30 el número de periódicos que se han inclinado a favor de Obama.
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