Buenos Aires, Argentina.-
A pesar del respaldo ratificado por las Fuerzas Armadas, en el oficialismo ya se dispararon las alarmas de la sucesión. Es que el chavismo no tiene remedio. Es absolutamente “Chávezdependiente”.
Al igual que en julio pasado, cuando desde La Habana el presidente anunció al mundo que padecía cáncer, el partido entra en crisis. Los canales de difusión se alteran y colisionan y las pugnas entre los principales dirigentes se intensifican.
Y la semana que pasó fue por demás intensa en la relación interna del PSUV. Después del reacomodamiento del poder con la que Chávez arrancó el 2012, colocando a su comodín y hombre más cuestionado dentro y fuera del PSUV, Diosdado Cabello, al frente de la Asamblea Nacional, pareció equilibrar el peso de las principales espadas, como la del influyente canciller Nicolás Maduro, quien vio perder cuotas de poder.
El canciller, junto con el omnipresente Adán Chávez, el hermano del presidente, aparecen en primera fila. Ex ministro de Educación y actual gobernador de Barinas, de excelentes contactos en La Habana desde los días que fue embajador en la isla, Adán apareció sugestivamente una vez más a la derecha del jefe de Estado cuando el miércoles anunció la nueva operación.
“Chávez sometió a desgaste a muchos dirigentes de peso en estos años. Pero a su hermano lo cuidó, políticamente siempre”, sostiene el analista Vicente Carrasquero.
Sólo habrá que esperar el momento de la nueva operación para ver dónde recae momentáneamente el poder real del gobierno y cómo comienzan a moverse aquellos chavistas más precavidos y más ansiosos por tener que enfrentar una posible época de “chavismo sin Chávez”.
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