Nueva York, EU.-
Cuando llegó por primera vez al aeropuerto JFK de Nueva York, Roberto Saviano, el periodista y escritor italiano amenazado de muerte por la mafia desde que en mayo de 2006 publicó “Gomorra”, acabó en un cuartito rodeado de mulas, personas que intentaban introducir droga en una de las capitales mundiales del consumo. Para las autoridades del aeropuerto su “personalidad bajo protección” lo equiparaba a un mafioso o a un arrepentido de la mafia.
Saviano le explicó a una agente que él era escritor, pero la policía no podía creer que alguien “con esa pinta” pudiera escribir.
—Invéntate otra mejor —le dijo.
Saviano le respondió que googleara su nombre, que así se daría cuenta que su “personalidad bajo protección” era todo lo contrario a ser un mafioso.
Él tenía que huir bajo una identidad falsa porque había destapado los trapos sucios de la Camorra italiana. La policía cedió e hizo la búsqueda. Cuando en la pantalla de la computadora comprobó que, en efecto, Saviano escribía y que además había vendido millones de ejemplares de su libro, le pidió una disculpa y lo liberó.
Desde entonces, el escritor amenazado vive un ida y vuelta constante con base en Nueva York, la ciudad con la mayor representación global de mafias y bandas criminales.
El hombre de 35 años que se ha paseado por medio mundo entre la clandestinidad y la celebridad rodeado de escoltas, ha llegado hace unos minutos al lobby de un hotel de Manhattan, vestido con un abrigo y un gorro, que tapa su precoz alopecia y lo protege del intenso frío de estos primeros días de diciembre.
Ha dicho varias veces que investigar la verdad sobre el crimen organizado no merece la pena si esta es la vida que tiene que llevar. Hace menos de un mes vio en un juzgado cómo la justicia italiana absolvió a los dos jefes de la camorra napolitana acusados de emitir la amenaza de muerte que pesa sobre su cabeza. “Para mí es imposible creer la absolución del jefe cuando el abogado que lo defendía sí fue condenado. Pero la justicia italiana da miedo. Es todavía muy inmadura”, dice Saviano, siempre expresivo y con hablar pausado. Hoy, sin embargo, parece relajado. En un momento de la entrevista, saca de su cartera una identificación con nombre falso —un nombre que parece sacado del quarterback de una película colegial de Hollywood— y ríe a carcajadas.
Antes de llegar a la habitación recibe una llamada para hablar sobre un caso de la mafia de Italia, y mientras se abre la puerta comenta cómo los cárteles mexicanos se han adueñado del negocio de la heroína. El tema que le privó de libertad sigue siendo su gran obsesión. Y en esa obsesión hoy hay un país que es el centro de sus principales pensamientos: México.
—Yo no soporto más la palabra narco. En México hay mafia mexicana y punto. Los narcos representan el gueto. La mafia mexicana es una evolución de los carteles colombianos, también en la relación con los italianos, con los rusos, con las mafias históricas. México sale de todas las categorías mentales, de Colombia, Argentina, Perú, Venezuela. Ha cambiado la historia criminal de nuestro tiempo. Los mexicanos tienen una potencia militar impresionante. No puedo decir que hay un solo cártel, pero sí que son los cárteles mexicanos sin duda, en estos momentos, quienes dominan el mundo. No sólo en la distribución al menudeo, sino al mayoreo. México hoy es Shell y los gasolineros son los jamaicanos o los dominicanos. El gran distribuidor gana más que cualquier productor. El mecanismo mexicano es como Amazon, que distribuye los libros y es mucho más potente que quien produce los libros. No hay un documento científico que hable de la presencia militar mexicana fuera de México, pero, por ejemplo, cuando me encontré a Alfredo Pérez Rubalcaba, ex ministro de Interior español (equivalente en México a secretario de Gobernación), me dijo: ‘Mi problema no es el Islam, mi problema es México’. Porque España se está convirtiendo en una colonia.
—¿En qué momento cambia el equilibrio de poder de la organización criminal mundial?
En 1990. El mundo no se da cuenta de que México está cambiando. Lo consideran un país con varios problemas, pero no ve que (Miguel Ángel) Félix Gallardo, “El Padrino”, divide el país en muchas partes. Permite la transición hacia la mafia. Ahí empieza. Después, con la caída de (los cárteles de) Cali y Medellín, México se hace el centro del mundo. Como hasta hoy. Ahora para mí hay una nueva confederación. Cuando se dice que “El Mayo” vendió a “El Chapo”, dicen que el mensaje era “la vieja guardia todavía no ha caído”, pero al mundo después de su arresto ya no le importa más “El Chapo” Guzmán, Sinaloa. Arrestaron a la estrella mafiosa y todo se acabó. Pero no es así. La diferencia entre narcos y mafia es esta: los narcos no tienen una estructura histórica, unas reglas, una memoria de todo y la mafia sí. En el narco, en el momento que alguien es arrestado su grupo se acaba. En la mafia no. Eso hace de la mafia italiana algo muy confiable. Las reglas son eternas. Son estrictas: no se puede consumir drogas, no hay homosexualidad (en la camorra sí), no hay muchas mujeres, sólo la esposa y un par de amantes. Si no tienes familia, mujer, no eres honorable. No se puede matar niños. Una serie de reglas que pueden verse. México todavía no tiene ese tipo de reglas porque es otro tipo de violencia, pero los dirigentes sí. Para las personas es muy difícil entender la diferencia entre un gángster y un mafioso. La gente piensa que México es caos pero yo pienso que es orden.
—Ha escrito que para entender el mundo hay que entender México, pero parece que hoy ni los mexicanos entienden en qué país viven y por eso salen a la calle.
La historia de Iguala superó una línea. Yo creo que lo de los estudiantes es un error de los narcos, que creen que pueden aterrorizar, porque México es un país que vive el narcoterrorismo, cosa que no sucede, por ejemplo, en Italia. Es un país donde el terrorismo criminal ha vencido. Los estudiantes son la demostración de esto.
Ellos pensaban que podían hacer todo, sin problema. Han hecho tanto, sin que sucediera nada… Intentaron resolver rápidamente el problema. Lo vieron como muy complicado y la policía ¡pum!
Lo que se salva en Italia y lo que salva a muchos periodistas italianos es la indignación. Si la mafia asesina a un periodista, durante tres años la policía arresta a todo el mundo. En un momento. En México no. Aquí, en Estados Unidos, es igual. Si matan a un periodista se acabó. Cierran toda la actividad, incluso los espacios tolerados de mariguana. Pero esto no ha sucedido en México, aunque es muy probable que cambie. Para mí incluso es muy difícil contar México al mundo, porque siempre piensan que si matan a alguien es porque estaba involucrado con la organización. Andaba en malos pasos. La muerte de esos estudiantes ha creado un caso internacional porque son inocentes.
—¿Es la impunidad el peor de los males para combatir el crimen organizado?
En Italia, en Europa o Estados Unidos creo que la gran impunidad es la económica. El “lavado” de dinero. El asesino es mayormente condenado.
En América Latina, estamos en una fase donde los homicidios no son castigados, sobre todo en México. Porque hay una visión doble: la justicia para el país blanco y rico, y la justicia para los miserables. Cuando se matan entre ellos, narcos, la burguesía mexicana se siente bastante protegida.
Otra cosa que no entiendo es que (Enrique) Peña Nieto es una autoridad internacional, no es el presidente de Guinea Bissau ¿Cómo es posible que un país con un problema mafioso así de importante tenga un presidente al que el mundo no le pregunta qué está sucediendo? Esperaba que Peña Nieto respondiera a la ONU, que Estados Unidos se involucrara, reaccionara más, pero lo de los estudiantes lo tomó más como una matanza criminal y no como una cuestión cultural. La cultura de la violencia mexicana, del poder criminal es extraña.
En México no hay una cultura antimafia, hay una cultura antidroga, y es diferente. No existe una figura legítima, un juez Falcone, por ejemplo. Ahora las cosas están cambiando pero la impunidad más grande sigue siendo la del narcocapitalismo. Es una impunidad que involucra a HSBC, West Fargo, Swiss Bank, que han tenido que pagar una sanción a la corte de EU por su relación con el narcotráfico. La primera conexión entre México y EU no es la migración, no es el flujo de cocaína, es el dinero.
* El autor es ganador del Premio Nacional de Periodismo
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