Washington, D.C.-
Se impuso, agónicamente, en las primarias del “Supermartes”. Pero la sucesión de festejos triunfales y humillantes derrotas se ha convertido en una preocupante constante en la campaña de Mitt Romney, el favorito para hacerse con la nominación del Partido Republicano en la convención de agosto.
Si fuera un bateador de las grandes ligas, su inconsistencia en las estadísticas obligaría a su entrenador a utilizarlo sólo en caso de extrema necesidad y ante la ausencia de una mejor opción.
La debilidad del aspirante puntero tiene más que nervioso al Partido Republicano, testigo de una de las más encarnizadas disputas por la nominación presidencial de los últimos 50 años.
Como un capitán acostumbrado a ir al frente de una penosa singladura, bajo la lógica de la derrota-victoria-derrota, el capitán Romney se prepara para el próximo desembarco en los estados de Alabama y Mississipi, donde los vientos le auguran una inminente derrota, el próximo 13 de marzo.
Es decir, tras el ascenso a la cima de la victoria del “Supermartes” —donde se impuso en seis de los 10 estados en disputa—, Romney se prepara para un nuevo descenso a los infiernos de la humillación en los estados del sur.
“El problema de Romney es que no es un hombre del sur”, aseguró Merle Black, una analista política de la Universidad de Emory. “El bloque blanco, religioso y conservador del sur nunca lo ha visto como uno de los suyos”, añadió, para anticipar así un escenario de descalabro en las urnas durante las primarias de Alabama y Mississippi, tras la sufrida victoria en el “Supermartes” del 6 de marzo, cuando se disputó hasta el final la victoria en el estado clave de Ohio con su rival más cercano, Rick Santorum, a quien finalmente le arrebató el triunfo.
A pesar de que uno de los más importantes diarios de Alabama ha dado un paso al frente para respaldar la candidatura de Romney, las cifras de las encuestas más recientes no parecen acompañar su entusiasmo. De hecho, los sondeos son contradictorios, ya que mientras la Asociación para la Educación de Alabama le concede una ventaja de 10 puntos por encima de Santorum y Newt Gingrich, el resto de las encuestas no le acompañan: un sondeo de la Universidad estatal de Alabama lo coloca por detrás de Santorum, ex gobernador de Pennsylvania quien sigue al frente de las encuestas con 22.7% de ventaja, frente al 18.7% de Romney y el 13.8% de Gingrich.
Dos frentes de batalla
En el caso de Mississippi, las encuestas desde el pasado mes de noviembre han favorecido las aspiraciones de Gingrich por un margen de hasta 16% sobre Romney. Los operadores de campaña del ex gobernador de Massachusetts mantienen una batalla en dos frentes.
La primera, frente a un electorado conservador que se le sigue resistiendo por su talante moderado y, sobre todo, por su fe mormona. Y la segunda, ante ese grupo de barones del Partido Republicano a quienes intentan convencer de que Romney será capaz de ganar la presidencia sin el apoyo de los estados del sur.
“El argumento de la campaña de Romney es que, aunque los electores del sur no sean sus más entusiastas simpatizantes, a la hora de elegir entre él y Barack Obama terminarán por apoyarle en las elecciones generales de noviembre próximo”, consideró Charles Bullock, de la Universidad de Georgia.
Sin embargo, a pesar de los argumentos de la campaña de Romney de que al final serán capaces de reagrupar a toda la base republicana en torno a su candidatura, el nerviosismo y las críticas no han dejado de lloverle al ex gobernador de Massachussets por culpa de su inconsistencia y su incapacidad para entusiasmar a una base conservadora que parece preferir a un radical por encima de un moderado.
“Durante las últimas contiendas por la nominación republicana, el aspirante con mayores posibilidades siempre ha sido capaz de marcar la diferencia con grandes victorias en las elecciones del “Supermartes”. No todas las que querían, pero sí las suficientes para convencer y seguir adelante en una carrera confortable a lo largo de varias semanas”, dijo Karl Rove, el gurú electoral de George W. Bush al pronosticar así una batalla de “varios meses” en la que el favorito en las encuestas podría desangrarse y llegar muy debilitado a la contienda presidencial frente a Obama.
Inasequible al desaliento, la campaña de Romney confía en que la sucesión de victorias volverán a reaparecer a partir de las primarias de Illinois, el próximo 20 de marzo, donde se mantiene bajo un empate técnico con Santorum.
El hecho de que la contienda por la nominación republicana no haya producido resultados definitorios en el “Supermartes”, le ha dado a las primarias en estados como Illinois un brillo que no habían tenido hasta ahora.
De hecho, desde que la campaña del entonces aspirante republicano, Bob Dole, colapsó en 1988 a manos del entonces vicepresidente George H. W. Bush, Illinois no se había convertido en una cita tan relevante.
Tras las primarias de Illinois, el convoy de Romney podría capturar victorias importantes en estados como Connecticut o Nueva York y presentar una dura batalla en Pennsylvania, donde Santorum, ex senador de ese estado, estará obligado a ganar si es que quiere mantener vivas sus aspiraciones presidenciales.
Tras este tramo de elecciones, con victorias que le permitirían consolidar su candidatura, Romney llegará a Texas el 29 de mayo para librar la que quizá sea la batalla definitiva y en la que tanto Santorum como Gingrich podrían jugar sus últimas cartas.
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