Ciudad del Vaticano.-
En su último discurso público del año, el Papa Francisco lanzó hoy una dura condena a las sociedades que ignoran a los pobres, los persiguen, los criminalizan y los obligan a “amafiarse”.
Esta condena la hizo el pontífice durante el sermón que pronunció en la ceremonia del rezo de las vísperas y el canto del “Te deum” (himno litúrgico de agradecimiento), que presidió la tarde de este miércoles en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Ante el alcalde de Roma, Ignazio Marino, quien estaba sentado en la primera fila, el Papa lamentó la corrupción descubierta en las últimas semanas por una investigación policial que desenmascaró una red de criminales, políticos y empresarios que lucraban con los servicios destinados a migrantes y gitanos.
Sostuvo que esas “graves situaciones” exigen una “seria y consciente conversión de los corazones”, para un “renacimiento espiritual” que permita la construcción más justa y solidaria, donde los pobres, débiles y marginados estén al centro de las preocupaciones y el actuar cotidiano.
“Es necesaria una gran y cotidiana actitud de libertad cristiana para tener la valentía de proclamar, en nuestra ciudad, que es necesario defender a los pobres y no defenderse de los pobres, que urge servir a los débiles y no servirse de los débiles”, advirtió.
Aseguró que cuando en una ciudad los pobres y los débiles son protegidos, socorridos y ayudados a promoverse en la sociedad, ellos se convierten en “el tesoro” de la Iglesia y de la sociedad.
“Al contrario, cuando una sociedad ignora a los pobres, los persigue, los criminaliza, los obliga a amafiarse, esa sociedad se empobrece hasta la miseria, pierde la libertad y prefiere el ajo y las cebollas de la esclavitud, de la esclavitud de su egoísmo, de la esclavitud de su pusilanimidad y aquella sociedad deja de ser cristiana”, añadió.
En su mensaje el Papa Francisco estableció que el fin de año lleva a pensar en el final del camino de la vida mediante un verdadero examen de conciencia, porque “hubo un inicio y habrá un final, un tiempo para nacer y un tiempo para morir”.
Precisó que ese análisis debe ser un repaso de todo lo hecho, el bien recibido y las propias faltas. “Agradecer y pedir perdón, es lo que hacemos al terminar el año”, insistió.
“¿Cómo es nuestro modo de vivir? ¿Vivimos como hijos o como esclavos? ¿Vivimos como personas bautizadas en Cristo, ungidas por el espíritu santo, rescatadas, libres? ¿O, tal vez, vivimos según la lógica mundana, corrupta, haciendo lo que el diablo nos hace creer como nuestro interés?”, cuestionó.
Según el Papa, los seres humanos tiene una “tendencia a resistir a la liberación” del mal en su camino existencial y de manera paradójica prefieren “la esclavitud” del pecado, más o menos de manera consciente. Esto porque “la libertad atemoriza”.
En contraparte se refirió a “la esclavitud” que reduce el tiempo a un “momento”, y así hace al ser humano sentirse más seguro, le hace vivir momentos desligados de su pasado y del futuro.
“En otras palabras, la esclavitud nos impide vivir plenamente y realmente el presente, porque lo vacía del pasado y lo cierra ante el futuro, a la eternidad. La esclavitud nos hace creer que no podemos soñar, volar, esperar”, dijo.
“Al concluir este año, al agradecer y al pedir perdón, nos hará bien implorar la gracia de poder caminar en libertad para poder así reparar a tantos daños hechos y a poder defendernos de la nostalgia de la esclavitud”, señaló.
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