Ciudad del Vaticano.-
El Papa Francisco introdujo esta noche el rezo del Vía Crucis ante miles de personas en el Coliseo Romano, un rito durante el cual se pedirá perdón por los “niños ultrajados” y “profanados sin piedad”.
Poco antes de las 21:15 horas locales (20:15 GMT), el líder católico llegó hasta el Monte Palatino, frente al Coliseo, donde con la bendición dio inicio al camino de la cruz que incluirá reflexiones en 14 estaciones.
En la décima estación, “Jesús es despojado de las vestiduras”, las meditación recordará “situaciones terribles” como el tráfico de seres humanos, los niños soldados, el trabajo esclavo, “los niños y adolescentes a los que han robado su inocencia, heridos en su intimidad, profanados sin piedad”.
“Tú nos haces pedir humildemente perdón a cuantos sufren estos ultrajes y rezar para que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en la vida de los demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro propósito de vencer el mal con el bien”, declamará el lector designado.
En otra de las estaciones se pedirá por los hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la justicia y la paz. “Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que los imitemos”, dice el texto.
Las reflexiones se refieren, en otros pasajes, al “abismo de tristeza en tantas almas heridas por la soledad, el abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser querido”.
“Inconmensurable, el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la desesperación”, señala otro de los pasos.
Más adelante agrega: “Te vemos, Señor Jesús, clavado en la cruz. Y nos asaltan preguntas apremiantes: ¿Cuándo quedará abolida la pena de muerte, vigente aún hoy en numerosos Estados? ¿Cuándo desaparecerá todo tipo de tortura y la muerte violenta de personas inocentes?”.
El Vía Crucis incluye la presencia de personas provenientes de países víctimas del terrorismo o donde la libertad religiosa está restringida como dos monjas de Irak, dos fieles de Siria, otros de Egipto, China y de Tierra Santa.
Ellos serán algunos de los feligreses que portarán una gran cruz que encabezará el recorrido de las estaciones. Al final el Papa Francisco dirigirá un breve saludo.
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