Ciudad del Vaticano.-
El papa Benedicto XVI hizo hoy un llamado a favor de los afectados por la onda de mal tiempo que ha causado cientos de víctimas en Europa.
“En las últimas semanas, una ola de frío y hielo se ha abatido sobre algunas regiones de Europa, causando numerosos inconvenientes y daños ingentes”, declaró el pontífice tras la catequesis de la audiencia general, celebrada en el aula Paulo VI del Vaticano.
“Deseo manifestar mi cercanía a las poblaciones afectadas por este intenso mal tiempo, e invito a orar por las víctimas y sus familiares”, dijo.
Al mismo tiempo añadió “animo a la solidaridad con las personas perjudicadas por estos trágicos eventos, para que sean socorridas con generosidad”.
En la catequesis de este miércoles, Benedicto XVI habló de la oración de Jesús en el momento de su muerte, según la narración de san Marcos y san Mateo.
Dijo que “en la estructura del relato, la oración, el grito de Jesús, se alza al final de las tres horas de tinieblas que, desde mediodía hasta las tres de la tarde, envolvieron la tierra, al final de un lapso de tiempo, también de tres horas, iniciado con la crucifixión”.
Señaló que en la tradición bíblica, la oscuridad tiene un significado ambivalente: es señal de la presencia y de la acción del mal, pero también de una misteriosa presencia y acción de Dios que es capaz de vencer toda tiniebla.
“En la escena de la crucifixión de Jesús, las tinieblas que cubren la tierra son tinieblas de muerte en las que el hijo de Dios se sumerge para traer la vida con su acto de amor”, dijo.
“Frente a los insultos de las diversas categorías de personas, ante la oscuridad que cubre todo en el momento en que se enfrenta a la muerte, Jesús, con el grito de su oración, muestra que junto al peso del sufrimiento y la muerte, cuando parece que Dios está ausente y lo ha abandonado”, añadió.
Según el Papa, “El tiene la certeza de la cercanía del Padre, que aprueba este acto de amor supremo, de entrega total de sí mismo, no obstante no se escuche, como en otros momentos, su voz desde lo alto”.
Dijo que “esto sucede también en nuestra relación con el Señor: ante las situaciones más difíciles y dolorosas, cuando parece que Dios no escucha, no debemos tener miedo de confiarle todo el peso que llevamos en el corazón, ni de gritarle nuestro sufrimiento”.
“El grito de Jesús nos recuerda que, en la oración, debemos superar las barreras de nuestro ‘yo’ y de nuestros problemas y abrirnos a la necesidades y los sufrimientos de los demás”, concluyó.
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