Ciudad del Vaticano.-
La Iglesia católica recuerda este 2 de abril la primera década del fallecimiento de Juan Pablo II, el Papa número 264 de la historia, conocido como “peregrino” y que México supo adoptar como uno de sus hijos predilectos.
“Mañana cae el décimo aniversario de la muerte de san Juan Pablo II. Lo recordamos como gran testigo de Cristo sufriente, muerto y resucitado”, dijo el Papa Francisco este miércoles durante la audiencia pública en la Plaza de San Pedro.
“Le pedimos que interceda por nosotros, por las familias y por la Iglesia, para que la luz de la resurrección resplandezca sobre todas las sombras de nuestra vida y nos llene de gozo y de paz”, agregó, saludando a los fieles de nacionalidad polaca.
Tocó a Jorge Mario Bergoglio elevar al “honor de los altares” como santo a Karol Wojtyla, en una ceremonia en la cual también se canonizó a otro Papa, Juan XXIII, el 27 de abril de 2014 en El Vaticano.
Habían pasado entonces poco más de nueve años de la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005, tras una larga agonía producto de sus numerosos problemas de salud, el más importante de ellos el mal de Parkinson que lo aquejó por muchos años.
“Queridísimos hermanos y hermanas: a las 21:37 nuestro amadísimo santo padre Juan Pablo II ha regresado a la Casa del Padre. Recemos por él”, fueron las palabras con las cuales Leonardo Sandri anunció la muerte del Papa.
Sandri, de origen argentino, es actualmente prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales del Vaticano y recordó que Wojtyla fue “una personalidad muy rica desde el punto de vista humano”, pero también intelectual, doctrinario y pastoral.
“Pienso en varias facetas de san Juan Pablo II que hoy vemos recreadas e revividas en la persona del Papa Francisco. Me refiero sobre todo a esa cercanía con la gente y que en Juan Pablo II se manifestaba con gestos sorpresivos, pero sobre todo con su mirada”, dijo el purpurado a la Radio Vaticana.
“Una mirada que tocaba y que incluso llegaba al corazón de los más incrédulos y alejados de la fe. Su mirada se puede decir era un llamado a encontrar Jesús, a abrirle las puertas del proprio corazón”, agregó.
Aseguró que, gracias a Francisco, ahora la Iglesia está reviviendo “momentos muy parecidos”, tal vez “en modo diverso” por la personalidad sudamericana del pontífice, pero insistió que –entre ambos- existe un “gran paralelismo”.
“A diez años de su muerte pienso que la personalidad de Juan Pablo II más que olvidarla la podemos revivir y recrear en muchos recuerdos extraordinarios, como por ejemplo sus viajes internacionales”, afirmó.
“Son muchos los pueblos y naciones que recuerdan a Juan Pablo II con inmenso afecto y gratitud. Su memoria es algo vivo, vivísimo, y cada día que pasa crece”, apuntó.
Sandri reveló que, cuando fue elegido Wotyla en 1978, el entonces “número dos” del Vaticano, el cardenal Agostino Casaroli, le dijo a sus principales colaboradores que el Cónclave había tenido “un gran coraje”.
Constató que toda la vida de Juan Pablo II estuvo marcada por el dolor y el sufrimiento (desde el atentado de 1981 hasta las enfermedades que le provocaron el declino en la vida), que él supo asumir con nobleza, valentía y espiritualidad.
Según el purpurado, esa fue la principal herencia del hoy santo, un testimonio sobre la dignidad de la vida que supo dar incluso en la impotencia cuando al final de sus días ni siquiera pudo comunicarse con los fieles y el mundo.
“Muchas cosas se pueden decir de él: que fue determinante para la caída del comunismo, por ejemplo. Podemos recordar sus viajes o sus encuentros multitudinarios, los grandes documentos, las grandes iniciativas eclesiales y tantas otras cosas muy importantes”, indicó.
“Pero, al final, todo demuestra una vida auténtica, una vida coherente con la fe que tenía”, estableció.
No obstante la efemérides, este jueves no se prevén celebraciones especiales para recordar el fallecimiento del Papa polaco ya que, siendo Jueves Santo, Francisco estará concentrado en la Misa Crismal por la mañana y en la ceremonia del lavado de los pies de 12 personas, por la tarde.
Aún así se espera un particular desfile de peregrinos por la tumba del santo, que se encuentra en la capilla de San Sebastián ubicada en la nave derecha de la Basílica de San Pedro, a unos metros de la estatua de la Piedad de Miguel Angel.
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