Ciudad del Vaticano / Noviembre 27.-
En Estados Unidos residen más de cinco millones de niños de origen mexicano reveló un reporte divulgado hoy por El Vaticano, con motivo de la publicación del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial del Migrante.
El informe, basado en datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), mostró estadísticas sobre la presencia de menores extranjeros en ocho países ricos del mundo.
Las estadísticas se publican en vísperas de la Jornada Mundial del Migrante, a realizarse en enero de 2010, y muestran que 22 por ciento de todos los niños estadunidenses ha nacido de, al menos, un padre inmigrante.
Del total de infantes extranjeros residentes en Estados Unidos, un 71 por ciento de ellos provienen de América Latina y el Caribe; en ese renglón los mexicanos son una gran mayoría al contabilizar cinco millones 216 mil 718.
A ellos le siguen los menores de El Salvador con 391 mil 677 y de República Dominicana con 334 mil 72.
Además un 15 por ciento de los menores en ese país americano provienen de la región Asia-Pacífico, 562 mil 787 de Filipinas, 395 mil 31 de Vietnam y 331 mil 153 de la India, según el reporte.
El presidente del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes del Vaticano, Antonio María Veglio, alertó por su parte contra la “tentación” de considerar a los infantes extranjeros como personas con menos derechos respecto a los adultos.
Durante una conferencia de prensa, Veglio señaló a los conflictos armados, étnicos o religiosos, a las crisis económicas y sociales y a la ausencia de perspectivas para un futuro en sus propios países, como los motivos principales para la migración infantil.
Agregó que muchas veces la imposibilidad de entrar en un país obliga a los padres a intentar un ingreso ilegal, sobre todo porque saben que un niño sin la compañía de un tutor, según la ley internacional, no puede ser repatriado.
“En estos casos, a veces la entera familia, pone todas sus esperanzas en el lograr que el menor emigre, lo que se transforma en un fuerte peso psicológico para el menor que no quiere desilusionarlos”, sostuvo.
“Por eso, él está listo a sufrir injusticias, violencias y malos tratos sólo por el objetivo de alcanzar un permiso de residencia legal, quizás una formación escolar y, sobre todo, un trabajo para poder ayudar a la familia de origen, que tanto invirtió en él”, dijo.
Para el secretario de ese Pontificio Consejo, Agostino Marchetto, la inmigración de los menores es una “estrategia de supervivencia”.
Reconoció “con profunda pena” que los miembros de las sociedades de recepción de los extranjeros muchas veces reaccionan según estereotipos, preconceptos y prejuicios mientras las políticas oficiales miran al mejor interés de los pequeños.
“Este comportamiento de discriminación, xenofobia y racismo debe ser afrontado con políticas encaminadas a salvaguardar, reforzar y proteger los derechos de los refugiados”, estableció.
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