Washington, D.C. / Febrero 2.-
La violencia se apoderó hoy de las calles de El Cairo, en el noveno día de protestas contra el régimen de Hosni Mubarak, con un balance de al menos un muerto y cientos de heridos durante enfrentamientos entre simpatizantes oficialistas y oponentes.
El número de víctimas no fue evaluado con exactitud debido a la gran confusión que reina en la ciudad, pero las dantescas imágenes que se viven en la histórica Plaza Tahrir (Liberación) hablan por si solas y hacen prever un creciente número de víctimas en las próximas horas.
La cadena Al Jazeera informó de al menos un muerto y más de medio centenar de heridos, la inmensa mayoría por las pedradas y otros objetos contundentes que los grupos se lanzaron mutuamente por largas horas, mientras que Al Arabiya estima en más de 500 los lesionados.
Los destrozos en la plaza y las calles aledañas son notorios, y al caer la noche las multitudes seguían en ellas pese a una mayor presencia militar, que a lo largo de la jornada titubeó a la hora de intervenir para que ningún grupo malinterpretara sus intenciones.
Según medios locales, después de varias horas de disturbios las fuerzas de seguridad egipcias abrieron fuego al aire para separar a los dos grupos, aunque un portavoz del Ejército desmintió estas afirmaciones.
“Esto está todo alentado desde el gobierno. Nosotros seguiremos aquí hasta que veamos a Mubarak tomar sus maletas y marcharse”, dijo a Notimex un joven opositor, quien se identificó únicamente como Ahmed.
La Plaza Tahrir se convirtió en un auténtico campo de batalla entre manifestantes que defienden a Mubarak, que por primera vez salieron a la calle, y los opositores que desde hace nueve días exigen su dimisión y su salida del país.
Se trata de la misma plaza en la que detractores del régimen se vienen concentrando desde la semana pasada, en la que ayer alrededor de un millón de egipcios demandaron al presidente que ponga fin a tres décadas de autocracia y en la que siguen este día las protestas.
“Asesino, vete ya”, “Dictador, dictador”, fueron algunos de los eslóganes que corearon los manifestantes desde tempranas horas, rechazando con ello el discurso que ayer ofreció el presidente y en el que anunció que no se presentará a la reelección en septiembre.
Para los líderes de la oposición, las ofertas de diálogo nacional del presidente son “aceptables” con algunas condiciones, y entre ellas la de que él abandone el país inmediatamente.
La prohibida Hermandad Musulmana, principal grupo islámico del país, se opuso desde un comienzo al diálogo y expresó en un comunicado que “el pueblo se opone a las propuestas de reforma parcial que expuso el líder del régimen”.
Al margen de la actividad política, la jornada había comenzado en relativa calma con un llamado del Ejército a toda la población para que abandone la calle y retorne a la normalidad.
“Su mensaje ha llegado, se dieron a conocer sus demandas,” dijo el portavoz militar Ismail Etman en un texto leído en la televisión estatal, dirigido en especial a los jóvenes manifestantes.
Salieron a la calle para expresar sus demandas y ahora son los únicos capaces de restablecer la normalidad, sostuvo el portavoz.
El Ejército egipcio, que durante la revuelta ha adoptado una actitud de respeto hacia las “reivindicaciones legítimas” de la población, reiteró su pedido de que retomen su vida normal.
Como muestra de buena voluntad las autoridades restituyeron por la mañana las conexiones a Internet, suspendidas el jueves pasado, y parte de las restricciones de transporte de los últimos días, medidas que no sirvieron para evitar el caos.
La situación se tornó altamente volátil con la llegada al mediodía a la plaza de miles de manifestantes oficialistas, que encararon a los opositores del presidente Mubarak, y esta noche la situación está al borde del caos absoluto.
En un principio el Ejército bloqueó el paso a los simpatizantes de Mubarak, pero estos forzaron su entrada a la plaza por otras vías y comenzaron a gritar e insultar al otro grupo.
Rápidamente los gritos derivaron en golpes, lanzamientos de piedras y otros enfrentamientos, hasta llegar al lanzamiento de cócteles incendiarios, y el atropello de manifestantes por jinetes a caballo y camellos.
De la confrontación permanecieron al margen la Policía, que no se encuentra en la plaza desde que comenzaron las protestas contra el régimen, y el Ejército, que no está preparado para semejante cantidad de personas y había prometido no intervenir.
Sólo unas horas después algunas unidades militares comenzaron a repeler o bloquear el paso a manifestantes de uno y otro bando, sin demasiado éxito.
Cañones de agua sofocaban incendios provocados por el lanzamiento de cócteles incendiarios, sobre todo en las inmediaciones de emblemáticos edificios como el Museo Nacional de El Cairo, que fue saqueado y atacado la semana pasada.
Las manifestaciones de uno y otro bando se extendieron a otras ciudades Egipto, como Alejandría, aunque ahí no se reportó ningún enfrentamiento.
Los analistas evalúan la situación como una de las de mayor inestabilidad en los últimos 50 años de la historia egipcia, pero no se atreven a asegurar si Mubarak satisfará las demandas de la oposición de renunciar y abandonar Egipto.
La comunidad internacional no parece menos sorprendida que los propios egipcios.
El secretario general de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-mon, calificó de “inaceptable” la situación, mientras Estados Unidos y las potencias occidentales insisten en la necesidad de una transición democrática que sea “creíble y rápida”.
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