Washington, D.C. / 26 Sept.
En una jornada dominada por intensas negociaciones y afilados reproches, el candidato republicano John McCain mantenía ayer en suspenso su decisión de participar en el debate de esta noche frente a su contendiente demócrata, Barack Obama, mientras éste se armaba de paciencia y confiaba en que al final su adversario republicano no rehuirá del duelo en la Universidad de Mississippi.
“Confío en que, al final, acudirá. No le quitará más de 90 minutos”, dijo Obama, mientras la presión contra McCain apuraba desde todos los frentes para convertirlo en rehén de una situación creada por él mismo, cuando tomó la decisión de suspender su campaña, viajar a Washington y colocarse al frente de la marcha para salvar al país de la hecatombe financiera.
La decisión de McCain, denunciada como una “burda maniobra” por los demócratas para tratar de recuperar el terreno perdido en las encuestas frente a Obama, volvía a ser defendida ayer por el propio aspirante republicano durante su participación ante el foro de la llamada Iniciativa Global Clinton en Nueva York. “Creo que es tiempo de hacer de lado la política y trabajar más allá de barreras partidistas para conseguir un acuerdo antes del próximo lunes que vuelva a restablecer la calma en los mercados”, dijo McCain ante un auditorio que se convirtió en testigo de excepción de su reencuentro con el ex presidente, Bill Clinton, quien lo presentó como uno de sus mejores amigos.
Precisamente, de forma inesperada, el ex presidente Clinton sorprendió a la campaña demócrata al salir en defensa del candidato republicano al asegurar que éste había actuado “de buena fe” al anunciar la suspensión de su campaña y solicitar el aplazamiento de un debate que ha tenido en vilo a los medios de comunicación y a los organizadores de la Universidad de Mississippi que ha invertido más de 5 millones de dólares y un año y medio en la organización del duelo que podría ser visto por casi 60 millones de telespectadores. Los organizadores del debate continuaron ayer con los preparativos.
“Yo sé que es una decisión polémica, pero prefiero que esto me afecte políticamente antes que arriesgar el futuro del país”, aseguró McCain, para someter a la campaña demócrata y a Obama a los tiempos de una negociación que daba tumbos, después de un aparente principio de acuerdo que habían anunciado demócratas y republicanos por la mañana.
En medio de acusaciones de boicot, el presidente del comité de la banca del Senado, el demócrata, Christopher Dodd, arremetía contra McCain y los republicanos, a quienes acusó de tratar de sacar provecho del desconcierto y la dilación, después de haber llegado a un principio de acuerdo.
“Con su postura no buscan un rescate financiero, sino una operación de rescate de la campaña de John McCain”, dijo visiblemente molesto Dodd, mientras los tiempos de una incierta negociación pesaban como una losa sobre los planes del debate previsto para esta noche en la localidad de Oxford, Mississippi. “Yo pienso dormir esta noche en Washington para ver de cerca cómo evolucionan las negociaciones y mañana viajaré a Mississippi”, insistió Obama.
“Nuestra economía está en crisis y nuestra nación está peleando dos guerras. El público estadunidense merece escuchar directamente de mí y del senador McCain sobre cómo pensamos liderar a este país”, añadió Obama, a pesar de que hoy podría llegar al encuentro para encontrarse con un atril vacío.
Las cadenas de televisión estadounidenses continuaban ayer con sus preparativos para la cobertura del debate. “Continuamos como si vaya a tener lugar y lo haremos hasta que alguien nos diga lo contrario”, dijo la vocera de la cadena ABC Cathie Levine.
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