Pretoria, R.S.A.-
Nelson Mandela ya está en su aldea de Qunu, el lugar donde nació hace 95 años, donde creció, a donde se trasladó en 1999 tras acabar su mandato como presidente de Sudáfrica, y donde pasó los momentos más felices de su infancia, como él siempre reconoció.
Hasta esta pequeña localidad situada en el sureste de Sudáfrica llegaron sus restos mortales que fueron enterrados en el mismo lugar en el que se encuentran los de su hijo mayor Madiba, quien murió en un accidente de coche en 1969; los de su hijo mediano Makgatho, quien murió de sida en 2005 y los de su primera hija Makaziwe, quien murió de niña en 1948.
El féretro de Mandela viajó ayer en un avión militar Hércules C-130 procedente de Pretoria pero antes de partir fue despedido por miembros del que fue su partido durante los últimos 70 años de su vida: el Congreso Nacional Africano (CNA), al que también pertenece el actual presidente Jacob Zuma.
En el patio del edificio Union Building y vestidos con los colores del partido decenas de compañeros suyos le dieron su último adiós cantando, bailando y llorando ante el ataúd, que estaba cubierto por una bandera del CNA.
Después se llevó a cabo una ceremonia en la que Jacob Zuma, presidente del país y líder del Congreso Nacional Africano, durante su discurso tras definir a Mandela como “un hombre de acción que mezcló dos cosas que no son fáciles de mezclar: la teoría y la práctica”, quiso calmar la tensa situación que se vive en el país asegurando que no era tiempo para disputas políticas.
Y es que Zuma, cuestionado no sólo por la ciudadanía sino por sus propios compañeros del CNA, ha recibido numerosas críticas en estos últimos meses no sólo por su mala gestión sino también por los numerosos casos de corrupción que ha protagonizado.
Tras su intervención, fue el turno de Mandla Mandela, nieto mayor de Mandela y quien no se ha separado del féretro de su abuelo desde que falleció. Mandla hizo una breve semblanza de su abuelo, recordó sus logros políticos y destacó su incansable compromiso para lograr un mundo mejor.
Mandla saludó tres veces a su abuelo con el nombre de “Aaah! Dalibhunga” que recibía en el clan xhosa —al que Mandela pertenecía—.
Luego, el nieto dijo que en estos tres días en que la capilla ardiente permaneció abierta al público en el edificio de Union Building, sede del gobierno, “he sido testigo del paso de su ejército, de su gente, de los ciudadanos… Y puedo decir al CNA que el futuro de este país es brillante”, aseguró. “Todavía tenemos un largo camino por recorrer pero nos encontraremos de nuevo en el día de la libertad”, añadió.
Tras la ceremonia, el féretro con los restos de Mandela salió de la base aérea de Waterkloof en Pretoria en un avión militar escoltado por dos cazas. Y al igual que ha venido ocurriendo desde su muerte, el avión fue recibido por miles de personas que le esperaban en el aeropuerto de Mthatha, donde una guardia de honor le dio la bienvenida, así como sus viudas Graça Machel y Winnie Mandela, vestidas completamente de negro.
Luego, entre fuertes medidas de seguridad y rodeado de motoristas, tanquetas y escoltado por dos helicópteros, fue trasladado a su aldea natal por una carretera en la que cientos de personas le esperaban ondeando banderas sudafricanas y fotos de Madiba.
Este sábado se celebró un funeral al que se espera acudan 50 mil personas y dignatarios internacionales, entre ellos, el príncipe Carlos de Inglaterra y el activista estadounidense Jesse Jackson. Luego será enterrado en una ceremonia privada. Sólo la familia y los amigos más cercanos podrán estar presentes en su despedida final.
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