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Washington, E.U./Agencia Xinhua.-
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, eligió ayer al republicano de línea dura, Matt Gaetz, un congresista de Florida, para desempeñarse como fiscal general en su nueva administración.
“Matt pondrá fin al Gobierno armado, protegerá nuestras fronteras, desmantelará las organizaciones criminales y restaurará la fe y la confianza, gravemente destrozadas, de los estadounidenses en el Departamento de Justicia”, escribió Trump en una publicación en su plataforma Truth Social.
El presidente electo ha acusado durante mucho tiempo a los demócratas de utilizar al Departamento de Justicia como arma, al tiempo que niega haber cometido algún acto indebido en sus casos penales. También prometió represalias políticas durante su campaña.
Gaetz, partidario incondicional de Trump y conservador en el partido, ha pedido la abolición del Departamento de Justicia, a menos que se realicen reformas importantes.
El cargo de fiscal general será fundamental para la agenda de Trump en su segundo mandato, ya que cumplirá un papel clave en la implementación de sus políticas.
Gaetz ganó atención nacional en octubre del año pasado, cuando forzó una votación sobre la “moción de renuncia”, que finalmente condujo a la histórica destitución de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes.
Este congresista sigue siendo investigado por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes por acusaciones de conducta sexual inapropiada.
El líder entrante de la mayoría del Senado, John Thune, quien fue seleccionado en las elecciones de liderazgo del partido en la mañana del miércoles, afirmó que el Senado “examinará” a la totalidad de los nominados de Trump durante el proceso de confirmación.
“Vamos a investigar, procesar y analizar a todos los nominados cuando se presenten y ya veremos”, aseguró a CNN.
Para confirmar a quienes son propuestos por el presidente se necesita una mayoría simple en el Senado, que está compuesto por 100 miembros.
Según proyecciones previas, el Partido Republicano le arrebató cuatro escaños al Partido Demócrata en el Senado, recuperando así la mayoría en la cámara alta. Con una mayoría de 53 puestos en esta, la aprobación senatorial será más fácil para el presidente.