Ciudad del Vaticano / Mayo 1.-
El Papa Benedicto XVI pronunció hoy la fórmula eclesiástica con la cual declaró como beato de la Iglesia católica a Juan Pablo II y ordenó que su fiesta en el calendario católico sea celebrada el 22 de octubre.
“Nosotros, acogiendo el deseo de nuestro hermano Agostino cardenal Vallini, nuestro vicario general para la diócesis de Roma, de muchos otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles, tras tener el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos”, dijo el pontífice.
“Con nuestra autoridad apostólica, concedemos que el venerable Siervo de Dios Juan Pablo II, Papa, de ahora en adelante sea llamado beato y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y según las reglas establecidas, cada año el 22 de octubre”, agregó.
Terminó la fórmula invocando el “nombre del Padre, del hijo y del espíritu santo” e inmediatamente después la multitud presente en la Plaza de San Pedro y los alrededores estalló en júbilo, aplaudiendo, cantando y agitando banderas de diversos países.
Poco antes el rito de beatificación había iniciado con la solicitud formal del cardenal Vallini al Papa de inscribir a Karol Wojtyla en el libro de los beatos.
Tras la petición del purpurado se dio lectura a la biografía oficial de Juan Pablo II, que recordó los pasajes más importantes de su vida desde el nacimiento en Wadowice (Polonia), el 18 de mayo de 1920, hasta la muerte en Roma (Italia) el 2 de abril de 2005.
Inmediatamente después del pronunciamiento de la fórmula de beatificación por parte de Benedicto XVI el coro entonó un cántico litúrgico mientras dos religiosas llevaron ante el altar las reliquias del nuevo beato, una ampolleta con su sangre.
Se trata de sor Marie-Simone Pierre, la monja francesa curada milagrosamente del mal de Parkinson por intercesión del “Papa peregrino” y de sor Tobiana, la religiosa polaca que se encargó del apartamento pontificio de 1978 a 2005.
Ellas llevaron hasta una mesa colocada a un lado del altar un relicario precioso en forma de rama de olivo que en su centro contiene una ampolleta de sangre líquida que fue extraída a Wojtyla en los últimos días de su vida por médicos del Hospital Niño Jesús de Roma.
Mientras los miles de católicos presentes veneraron la reliquia el Papa Benedicto XVI intercambió abrazos con el postulador (abogado defensor) de la causa de beatificación de Juan Pablo II, Slawomir Oder, y con el cardenal Vallini.
“Beatísimo padre, el vicario general de vuestra santidad para la diócesis de Roma agradece la santidad por haber hoy proclamado beato al venerable siervo de Dios Juan Pablo II”, dijo el purpurado desencadenando el aplauso de la multitud.
El momento de la beatificación se concluyó con el canto del Gloria y una oración pronunciada por Joseph Ratzinger. Inmediatamente después continuó la misa normalmente con las lecturas bíblicas.
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