Ciudad del Vaticano / Mayo 2.-
“Hemos vivido cosas hermosas desde que llegamos aquí”, aseguró Anny Nenninger de Acosta, originaria de Ciudad Obregón, Sonora, quien llegó acompañada de sus mamá y amigas para estar presente en la misa de beatificación de Juan Pablo II celebrada ayer domingo primero de mayo.
Relató que la madrugada de este lunes 2 pudieron entrar a la Basílica de San Pedro venerar los restos del nuevo beato por cerca de dos horas.
“Tuvimos muchísima suerte. Entramos como a la una de la mañana y ya quedaba poca gente, entonces nos quedamos ahí y alcanzamos a rezar un rosario y medio frente al féretro pidiendo por México”, expresó la sonorense que radica en San Diego, California.
Entrevistadas en la explanada de la Plaza de San Pedro, un grupo de mexicanas comentó que se sentían privilegiados de vivir esta experiencia que calificaron de extraordinaria.
“La verdad estamos llenas de gozo porque nos sentimos muy privilegiadas al ser humildes representantes de la virgen de Guadalupe”, aseguraron.
Anny recordó cuando había presenciado una audiencia papal en el año de 1990 y en ese momento que Karol Wojtila era un ser especial, por lo que consideró que la beatificación ha sido todo un acontecimiento que dejara huella en sus vidas.
Agregó que aunque los mexicanos siempre pensamos que éramos los favoritos del Papa polaco, al estar aquí se dio cuenta que los fieles de otros países también se sentían hijos predilectos.
“Yo siempre pensé que éramos los favoritos del Papa, pero al estar aquí me di cuenta que era un Papa tan especial que toda la gente que esta aquí se creía también los favoritos de él, o sea , los polacos principalmente; los españoles; los italianos no se diga, o sea, todos creían que Juan Pablo era de ellos”, dijo.
Por su parte, Adriana Antillón de Nenninger , dijo que a cada paso que ha dado ha visto la mano de Dios, por lo que esta agradecida de haber regresado ha Roma después de 50 años.
“Es un regalo primero de Dios y luego de mi hija, porque este año yo cumplo 70 años y ella me hizo este regalo. A cada paso veo la mano de Dios que quiso que yo volviera aquí a Roma, pues vine hace 50 años con una peregrinación y Dios me concedió volver ahora”, explicó.
Ambas narraron que su estancia ha sido muy grata porque llegaron sin contratiempos y el hotel donde se hospedan les quedó muy cerca del Vaticano.
Además comentaron que les impactó ver la solidaridad y bondad de entre todos los peregrinos, que al igual que ellas sentían cansancio, sed y hambre, pero que continuaban en la fila con el deseo de venerar los restos del beato Juan Pablo II.
Entre otras cosas, señalaron que habían saludado al Presidente Felipe Calderón a quien se encontraron la noche del viernes en un restaurante cercano a la Plaza de España.
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