Monterrey, N.L. / Abril 19.-
Con la indumentaria que solía usar en sus viajes, su apacible mirada y su clásico ademán con el que dirigía la bendición al pueblo, así se le recuerda con frecuencia y así será inmortalizado Juan Pablo II en una escultura que se erigirá con motivo de su beatificación en la avenida que lleva su nombre en el municipio de San Nicolás de los Garza.
La reproducción de la figura del Papa Peregrino que medirá 2 metros 20 será realizada por Pablo Rafael López Artasánchez, escultor originario de Puebla, quien además proviene de una familia de orfebres reconocidos en el país.
El Ángel de Puebla, la maqueta del Centro Histórico de Puebla y Xelhua en Cholula Puebla, son algunas de las obras que el artista ha creado, pero en esta ocasión se siente honrado con la encomienda de materializar la imagen de Juan Pablo II, con el apoyo de los nicolaítas, cuyo objetivo es reunir la cantidad de 400 kilos de bronce para la elaboración de la estatua.
Amén de la participación de los ciudadanos, el escultor se ha solidarizado bajando el costo de sus honorarios.
“En este paso por la tierra y agradecidos por todas las bendiciones, nos toca en este momento participar y reproducir la imagen de Su Santidad y poder colaborar con la sociedad católica y no católica en la representación de alguien como Juan Pablo II”, manifestó el artista quien fue contactado por el alcalde Carlos de la Fuente para que se hiciera cargo de este noble proyecto .
López Artasánchez comentó que aunque nunca tuvo contacto directo ni muy cercano con el Santo Padre, sí guarda un recuerdo especial cuando Karol Wojtyla fue recién nombrado papa y que en su primer viaje a México llegó a la ciudad de Puebla para asistir a la Conferencia del Episcopado Latinoamericano CELAM.
“Mi mamá fue la presidenta de Familia Educadora en la fe y en el año que iba a venir Juan Pablo I y terminó viniendo Juan Pablo II a inaugurar el CELAM en Puebla.
“Entonces a mi mamá le tocó tener una especie de stand y había una foto de nosotros leyendo la Biblia en familia en ese stand, entonces en algún momento el Papa pasó por ahí. Años después en algunas ocasiones me tocó asistir a un par de misas allá en El Vaticano” recordó .
CON EXPERIENCIA RELIGIOSA
Pablo Rafael López Artasánchez pertenece a una dinastía de escultores y orfebres que goza de prestigio en México. Su bisabuelo fue el primero en transmitir el oficio que tuvo gran auge en el arte sacro.
“Yo soy parte de la quinta generación de escultores y orfebres en mi familia. Si nos vamos un poquito a la historia, nosotros nacemos como familia dedicada a este oficio por la Iglesia, y así estuvimos trabajando hasta que llega el Concilio Vaticano II que es el que prohíbe hacer las obras fastuosas .
“Y con este cambio importantísimo en la Iglesia, a nosotros nos hace cambiar un poco el dinamismo y de ser exclusivamente orfebres dedicados a todo lo que es el cincelado y repujado para hacer cálices, coronas, marcos, etcétera, tendemos un poco dentro de las bellas artes del metal a la escultura y fundición en bronce. Es ahí donde nos transformamos y damos ese cambio como familia”, explicó el escultor.
Pablo Rafael dijo que trabaja tanto en forma individual como en colaboración con su hermano Bernardo Luis para esculturas como la de Juan Pablo II, por tratarse de una figura excepcional.
En esta familia de orfebres figura también Miguel Alberto, quien radica en Estados Unidos, por lo que el entrevistado no descarta la posibilidad de que puedan fabricar esculturas para el extranjero, como lo hicieron anteriormente.
“Cuando todavía andábamos con las cuestiones religiosas mi tío hizo un relicario para la Virgen de Coromoto, Venezuela, de 21 kilos de oro, y también se hizo una réplica de la Virgen de Guadalupe para la capilla de Lourdes en Francia en tiempos de Charles de Gaulle.
“Ahí está con la cara y las manos cinceladas en plata, fundida en bronce y con piedras preciosas lo que es la cenefa y las estrellas del manto también con unas piedras semi preciosas francesas rosas. La réplica está en tamaño natural en la capilla de Lourdes”, precisó.
MOMENTOS CINCELADOS
La pasión y dedicación que han tenido los López durante las cinco generaciones que han continuado con el oficio, se ha visto reflejada en las propias esculturas que forman parte del patrimonio cultural de la nación, pues sus obras pertenecen a todos los mexicanos.
López Artasánchez compartió algunas anécdotas que forman parte de la historia de la familia y que van ligadas con el amor por este trabajo que le fue heredado por sus antepasados.
“El marco de la Virgen de Guadalupe lo hizo mi bisabuelo, poco tiempo antes de la cristiada, pero lo hicieron pensando en la antigua basílica, entonces tenía un cierta dimensión y fue guardado por el abad en turno, pero este marco nunca estuvo en la antigua basílica”, relató el artista.
Explicó que cuando lo iban a colocar para la nueva el monseñor Guillermo Schulenburg le habló a Francisco López y González Pacheco-su tío- para ensamblar el marco, pues por lo general las piezas de orfebrería como los altares y los marcos, se montan sobre piezas de madera y es la lámina repujada lo que queda sobre ellas.
“Entonces si uno va por ejemplo a altares de plata y quita uno la lámina de plata, seguramente ahí van a estar oraciones e historias de los orfebres . Cuando mi tío va a ensamblar el marco le llamó a mi papá Miguel López y González Pacheco para darle el bastón de mando y siguiendo la tradición mi papá sacó una tarjeta y escribió la siguiente oración:
“Madre mía, estamos a tus pies y te encomendamos a toda nuestra familia y a todos nuestros amigos ´ . Si en algún momento se desensamblara el marco, los testigos pudieran ver que existe esta tarjeta junto con otra de mis tíos”.
Otra anécdota inolvidable fue cuando su bisabuelo trabajaba en una custodia monumental de oro que está en la catedral de México y mientras trabajaban en el taller, la base de esa custodia servía para darle de comer al perro.
“Es increíble, mi papá me lo comentó porque es algo que finalmente haces por valores superiores, pero en la cotidianidad te suceden cosas como ésta.
“A mí me pasó cuando estaba trabajando en el Ángel de Puebla. Mientras ensamblaba la figura del ángel que estaba en un terreno al lado de mi casa, había un conejo que se metía en la escultura en proceso. Prácticamente, el conejo vivió ahí hasta que el Ángel voló a su pedestal”, señaló el escultor poblano.
Discussion about this post