Guadalajara, Jalisco / Octubre 18.-
Ella no necesita un trono para ser reina. Le bastan las medallas de oro y plata que lleva en el cuello para ostentarse como tal. Tampoco le hace falta una corte que le rinda pleitesía. Es suficiente el calor de la afición entregada al esplendor de sus ejecuciones para sentirse amada y respetada por su gente.
Cynthia Yasmín Valdez tiene el Complejo Panamericano de Gimnasia a sus pies. Son 18 años de trabajo, que se ven coronados con una presea dorada y otra plateada. En su casa. Con su gente. En su día. Aquí, la reina tiene nombre.
La ovación es digna del momento. La tapatía, de 23 años de edad, levanta la mano y saluda, a un lado de la pista. Explota el grito de “¡México, México!”. Valdez sonríe, pero no hay nervio. Su rutina de aro está por comenzar. Todavía no sabe que será la consagración de su carrera.
El sonido local la anuncia: “De la tierra más mexicana, Guadalajara, viene Cynthia Valdez”. Es la sexta gimnasta que participa en la final. La brasileña Angélica Kavieczynski es hasta el momento líder, con 25.000 puntos.
Aplausos. Gritos. Ella es profeta en su tierra. Silencio para iniciar su participación. Cuando la música suena, el aro responde a las órdenes que le dan los pies de Cynthia. Luego, lo lanza sobre el aire y lo recibe con la alegría de dos amigos que se reencuentran.
Tiene un pequeño titubeo al principio. Nada importante. Porque con su carisma compone todo. Cynthia no para de sonreír durante minuto y medio. Gira y gira. Las palmas suenan a su ritmo. Conquista con su mirada. Cautiva con su alegría.
El aro responde con servil obediencia. Se conocen de toda la vida. La familiaridad entre ellos se nota sobre la pista. Una vuelta. Un giro. Lo hace volar. Lo captura con cariño. Aunque viven separados, son uno mismo.
Cuando el aro se eleva por última vez, todas las miradas lo siguen. Da vueltas sin descanso, pero baja justo donde Cynthia le ordena, exactamente en sus piernas, que lo aprisionan con suavidad, mientras estira la mano para concluir su rutina… Huele a oro.
Una ovación despide a Valdez, que se va rápido. Debe cambiarse, pues la final de pelota inicia poco después y le toca el primer turno. Ya no está en la pista cuando aparece su calificación: 25.800 puntos. Toma el liderato, es la locura.
Dos competidoras más, a escena. Sólo la estadounidense Julie Zetlin amenaza el reinado de la mexicana, pero su impecable rutina apenas le alcanza para la plata, con 25.500. El bronce se queda en la brasileña Angélica Kavieczynski.
Cuando la última calificación aparece en la pantalla, el gimnasio tapatío explota. Sabe que la medalla de oro tiene dueña. Aquí no hay trono. Ni falta que hace. Desde lo más alto del podio, Cynthia Valdez no necesita cetro, ni capa. Es la reina. La medalla de oro lo dice.
Sin mucho tiempo de descanso. Ni siquiera para disfrutar su presea dorada, Cynthia se cambia de ropa y sale.
La campeona de aro individual fue recibida con una nueva ovación. Fue la primera en aparecer en la final de pelota individual. Fue una rutina más seria. Sin tantas sonrisas. Pero con la misma emotividad. La gente aplaudió mientras la esférica recorría sutilmente el cuerpo de la tapatía.
Un titubeo le impidió aspirar a más. La pelota, caprichosa, escapó del dominio de sus manos. La recuperó de inmediato, pero el detalle le restó posibilidades. Se despidió tirando besos a la grada que aún seguía rendida a sus pies.
Los jueces la calificaron con 24.825 puntos. Entonces, a esperar la participación de las otras siete gimnastas. Sólo una logró superar a la mexicana; otra vez Julie Zetlin, de Estados Unidos, con 24.950 puntos, que le dieron el oro. La brasileña Angélica Kavieczynski (24.700 puntos).
Fue la segunda plata de los Juegos Panamericanos para Cynthia Valdez, sumando la del sábado pasado en el All Around individual. Tres medallas en total. Un primer lugar y dos segundos. Por eso, la tapatía es la reina de la gimnasia en los Juegos Panamericanos.
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