Guadalajara, Jal.-
En México ha existido gente que ha hablado negativamente sin ver la película, pero el hecho es que “Memoria de mis putas tristes”, basada en la novela de Gabriel García Márquez, ya fue vendida a Hungría, Alemania, Rusia, Polonia y Latinoamérica, incluido México, donde se estrenará a fines de abril.
“El que se pueda ver a Emilio (Echevarría, el protagonista) en Hungría, por ejemplo, es algo que debe celebrarse”, comentó Raquel Guajardo, productora del filme.
La cinta, que compite en la sección oficial mexicana del festival de cine que tiene lugar en esta ciudad, tiene cambios respecto a la novela original. Persiste el personaje de 90 años, pero la chica con la que sostiene una relación a través del sexoservicio, no es una adolescente, sino una joven mayor de edad.
La única secuencia que podría generar ruido, de unos cuantos segundos, es una en la que el personaje principal siendo niño (Diego Zinker) se acuesta con una mulata con parche en el ojo.
“Para conseguir al niño fue difícil, porque tenía que tener 13 años. Cuando conocimos a Diego, sus papás leyeron el guión y les gustó.
“Ustedes ven la escena y la verdad es que no hay nada, cuando se hizo, la mamá estaba presente y al terminar, Diego preguntaba dónde estaba su Nintendo para seguir jugando”, narró Guajardo.
“Críticas siempre va a haber, para eso está Twitter. Que las haya nos preocupa como a todo el mundo, pero creo que primero tienen que ir a verla”, subraya.
“Memoria de mis putas tristes” se vio envuelta hace casi tres años en una polémica creada por la activista Lydia Cacho, quien criticó, sin pedir el guión, el hecho de una historia donde se “alentaba la pedofilia”.
Luego, gente como la productora Bertha Navarro (‘El laberinto del fauno’) la apoyó, tomando en cuenta que se rodaría en Puebla, donde el gobernador de ese momento, no era bien visto. “En este caso los medios inventaron cosas, sin antes investigar”, consideró Vicente Aldape, el coproductor del filme.
Actores “a disgusto”
Emilio Echevarría (‘Amores perros’) recordó que llegó con el director danés Henning Carlsen para decirle que no podría interpretar a un hombre de 90 años, llegando incluso con un par de propuestas.
“Y no me dejó, creo que era el último vagón que le quedaba”, bromeó el actor. “Desde el primer día me cuidó, me criticó la manera en que bajaba las escaleras. Para mí la película es un poema, como la novela”, concluyó.
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