Guadalajara, Jal. / Octubre 20.-
Y la flama interior, la de la esperanza, arde como si nada hubiera pasado. Luis Fernando Tena no mintió: la medalla que más importa a la gente es la del futbol varonil.
Quedó demostrado esta noche, con el irrestricto apoyo a un equipo que se sintió en casa desde que salió a calentar. La promesa de que ningún error en el pasado importará, fue sellada con José de Jesús Corona en la cancha. El meta, apartado del Tricolor a causa de indisciplinas, tuvo recibimiento de rock star: algunas adolescentes le gritaron hasta desgañitarse, con una sentida ovación como mágico fondo.
El estadio Omnilife arropó al Flaco y sus jugadores. La “Fiesta de América” terminó de prenderse con el debut del representativo que siempre carga con las ilusiones de todo un pueblo.
Mario Vázquez Raña, presidente de la Organización Deportiva Panamericana (Odepa), no se lo podía perder. Observó el encuentro desde un palco. José Manuel de la Torre tampoco falló, al igual que Héctor González Iñárritu, director de Selecciones Nacionales.
Todos vibraron con el desempeño mexicano, al igual que los poco más de 25 mil espectadores que llenaron de luz el moderno hogar de las Chivas. Mágico pago al inesperado apagón del principio. Detalle que no fue tomado en cuenta por muchos.
Sobre todo, después del sorpresivo tanto de Luis Congo. La daga entró limpia hasta el corazón, pero los miles de latidos continuaron acompasados. El apoyo se multiplicó, mientras varias lámparas estaban apagadas.
La multitud hizo lo que le correspondía. El Omnilife mutó en un temible gigante de concreto que rugió con cada aproximación a la portería ecuatoriana. El sueño de Jorge Vergara fue hecho realidad por miles de personas que no simpatizan con el Guadalajara.
“Yo le voy al Atlas. No había venido, porque quién quiere ver a las mugrosas Chivas”, preguntó Jorge Pérez, uno de muchos que conocieron el inmueble. “Lo bueno es que hoy no es su estadio… Es el de la Selección”.
Premisa que ayudó a formar un sui géneris ambiente para el coloso, casi siempre relacionado con frialdad y escasa pasión.
Hasta los vendedores ambulantes aprovecharon la ocasión para ofrecer banderas, gorras y cintas en las “faldas del volcán”. La rigidez dictada por el propietario del Rebaño Sagrado no existe en los Juegos Panamericanos, al menos no con el comercio informal.
Los precios de las entradas también marcaron diferencia. El boleto más caro fue de 60 pesos. Reventa derrotada.
“Así debería ponerlas Vergara, porque nadie viene hasta acá… Digo, por la gente que le va a ese equipo”, comentó Pérez. “Pagar 300 pesos por un boleto y otros 100 de taxi no motiva”.
Hoy varios cumplieron con la odisea de llegar hasta el bosque de La Primavera, porque la flama de la esperanza arde intensa en sus corazones. El Flaco tenía razón: el apoyo que recibieron hace privilegiados a los 18 futbolistas que integran su Selección.
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