México, D.F.-
Adán Jodorowsky, hijo del director Alejandro Jodorowsky, radicado en México y de ocupación músico, se autonombró Adanowsky por ciertas “rupturas” con su padre.
Al inicio de su carrera nadie creía en Adán, pero fue hasta que descubrió que en México el ser hijo de un famoso es similar a un título nobiliario, que él empezó a usar su apellido como su escudo.
Ahora Adanowsky desaparecerá a Amador, su más reciente “otro yo”, en una representación artística que pretende sea su espectáculo mayor nunca antes hecho, pleno de locura y surrealismo. Cuando le cuestionaron a Adanowsky por qué mata a sus alter egos, se apresuró a contestar: ¿Y por qué no?
El artista franco-mexicano no sabe muy bien por qué elimina de su vida a estos personajes. Tampoco describe cómo será esa muerte porque quiere que sea una sorpresa. “Habrán más de 40 actores en escena, todos trabajando en el escenario”, señaló Adanowsky.
En una conferencia de prensa más plagada de fans del padre que de periodistas, las preguntas eran dirigidas más al director, quien en más de una ocasión señaló: “Pero yo vine a hablar de mi hijo Adanowsky, no de mi”.
La primera vez que Adán, Adanowsky, trabajó con su padre fue en la película “Santa Sangre” de 1988; ahora el músico limó las asperezas con su pater familias y hoy su padre lo dirige y conduce por los caminos de la locura escénica.
Adanowsky escribió el guión en París, en la computadora de su padre; fueron seis meses de lluvias de ideas y se trató de dar forma a una producción muy disímbola e intangible. Su concierto “La muerte de Amador” será una ópera-rock sin límites; se presentará en el Teatro Metropólitan el 9 de marzo.
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