México, D.F. / Noviembre 12.-
Con la charla “Un secreto homenaje: Efraín Huerta y José Lezama Lima”, a cargo de los escritores David Huerta, José Luis Vargas y Sergio Ugalde, anoche concluyó el “Curso Délfico. A 100 años de Lezama Lima”, en la Sala Adamo Boari, del Palacio de Bellas Artes.
En el acto, los autores antes mencionados elogiaron la vida y obra de quien fuera uno de los máximos exponentes del neobarroco, José Lezama (1910-1976) y recordaron el encuentro que tuvo con el reconocido poeta mexicano Efraín Huerta (1914-1982) en Cuba, en 1969.
Se refirieron al autor cubano como un personaje que influyó en los escritores de su época y que en la actualidad ocupa un lugar de honor en las letras hispanoamericanas, pues logró aglutinar en su círculo a los mejores creadores cubanos de su tiempo y “juntos se lanzaron a la búsqueda de la identidad nacional”.
Al tomar la palabra, el ensayista Sergio Ugalde evocó la figura del autor de “Paradiso”, su obra cumbre, al recordar el encuentro que tuvo con Huerta en La Habana, donde éste último fue invitado para ser jurado de un concurso de poesía en Casa de las Américas.
Dijo que tras visitar varias ciudades de la isla, Huerta dejó recuerdos y experiencias que poco tiempo después, serian el punto de partida para varios poemas contenidos en el apartado número tres del poemario “Los eróticos y otros poemas”, publicado en 1974.
“El viaje a la isla fue para Efraín no sólo una revelación política, sino personal y cultural; los poemas de esta sección tratan las huellas de su estancia. En ellos vemos aparecer una Habana tristemente larga, así como El Morro, donde el poeta se detiene ante una brisa morena desnuda”, dijo.
El mapa, agregó, que Huerta compone con sus poemas en ese texto, no solo conlleva a los lugares que visitó, sino también los lazos con personajes que el poeta comenzaba a establecer en la isla.
Abundó que ese viaje, realizado en 1969, significó para Huerta una revelación de la isla y de su mundo cultural.
Ugalde recordó que a finales de ese año, entre septiembre y noviembre, Huerta realizó un segundo viaje a Cuba, invitado en esta ocasión a impartir una serie de conferencias y recitales poéticos.
Afirmó que jóvenes poetas cubanos lo buscaban y elogiaban su trabajo literario y señaló que uno esos jóvenes, Manuel Díaz Martínez, poeta y periodista le presentó a una persona famosa: José Lezama Lima.
Ugalde detalló que la impresión que tuvo el autor de “Muerte de Narciso” respecto a Lezama Lima fue “tenue”.
Asimismo, abundó que tras el encuentro Huerta quiso traer a Lezama a México, pero sus esfuerzos no se concretaron, debido al régimen cubano y los miedos ancestrales del poeta.
Pese a todo, Ugalde dijo que Huerta hizo todo lo posible para traer a Lezama al Valle del Anáhuac, según la correspondencia que sostenían ambos autores.
“Esto puede confirmarse en la correspondencia; los impedimentos, las frustraciones y las enfermedades altercaron en la lejanía de ambos autores”, dijo al tiempo que citó que Huerta regresó una vez más a la isla donde la amistad entre ambos creció.
Por su parte, el hijo del poeta Efraín Huerta, David Huerta, recordó el trabajo poético de Lezama Lima como uno de los más importantes de la literatura latinoamericana, en especial de la poesía cubana durante el siglo XX.
Recordó al también fundador de la revista “Orígenes”, como un poeta que al que en el centenario de su natalicio se le ha minimizado.
“Se trata de un autor barroco, que no se da fácilmente y que le exige al lector, pero eso a la gente le da flojera, pero esta bien así, cada escritor tiene su lugar, tiene sus seguidores y en este caso aunque sean pocos, son buenos”, mencionó.
Sobre “Paradiso” obra cumbre de Lezama Lima, refirió que se trata de una novela compleja y que al ser publicada por primera vez en 1966, fue acusada por algunos críticos de aquella época como morbosa, hermética, indescifrable y hasta pornográfica.
Abundó que con un estilo barroco, la polémica obra, con abiertas descripciones de la homosexualidad, fue publicada en 1970 por la editorial mexicana Era en una edición revisada por el autor y al cuidado del escritor argentino Julio Cortázar y el mexicano Carlos Monsiváis.
“Es una novela compleja y difícil como toda la obra de Lezama, pero para nosotros los autores vale la pena, pues es la divisa de Lezama; solo lo difícil es estimulante”, expresó.
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