Toluca, Méx. / Noviembre 1.-
Lo único seguro en esta vida es la muerte. Y hay familias que por años se dedican a vestir, maquillar, peinar, bañar y tratar de la que muerte se vea bella, sin importar la causa.
En 1930 llegó a San Esteban en Naucalpan, estado de México, el señor Arnulfo Cerezo para consolidar su funeraria familiar, desde entonces son tres las generaciones que trabajan con la muerte las 24 horas del día, los 365 días del año.
El señor Jaime comentó que el negocio era de su suegro, quien “al principio no tenía transporte y cuando había servicio se llevaba cargando el ataúd y su esposa llevaba cargando candeleros y velas para instalar el servicio en el domicilio”.
Las personas que llegan a pedir el servicio funerario son diversas, hay desde las exigentes hasta los que sólo piden lo básico para dar cristiana sepultura a sus familiares.
“Los ataúdes antes eran en madera de pino y se hacían dos modelos, uno cuadrado y otro bandolón: angosto de abajo y ancho de arriba, había dos tipos de tapizados”, dijo.
Hay quienes piden diseños especiales en los ataúdes, para esto se contrata un tallador que realice el trabajo.
Don Jaime comentó que a partir de los años 60 los ataúdes metálicos (hoy en desuso) se ponen de moda; en los setenta los de cedro que desde entonces comúnmente se utilizan.
Una familia se puede gastar desde 3 mil 500 pesos hasta unos 25 mil, comentó el funerario.
La época en la que más se muere la gente es en Semana Santa y diciembre; cuando menos decesos hay es entre los meses de enero y marzo, “a veces en un día podemos tener hasta seis servicios y luego pasan cuatro semanas y nada”.
Para la ultima noche con los amigos y familia es común embellecer al muerto, para esto son especialistas: “Se desnuda el cuerpo, se baña]; si es un caballero se puede rasurar, peinar y vestir completamente; si es una señorita se le pone maquillaje que quede lo más natural posible y se peina según el estilo más parecido a como era en vida”.
Funeraria Cerezo se adapta a todos los presupuestos, don Jaime recuerda una anécdota donde realizaron un servicio para la familia de un migrante centroamericano, de Honduras, era el hombre que murió cuando el tren iba en marcha, su familia no tenia dinero y donaron el ataúd.
”La muerte tiene muchas formas nunca sabremos como moriremos, pero sería infeliz vivir toda una eternidad, será el evento de nuestras vidas, ojalá y nos dé tiempo de escoger nuestra caja o de plano que tiren nuestras cenizas al mar”, finalizó.
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