México, D.F. / Febrero 21.-
El hacinamiento, los procesos viciados de sistema de justicia, la corrupción de las autoridades, castigos corporales y maltrato psicológico son algunas fallas de los sistemas penitenciarios en los países del tercer mundo.
Pero cuando estas condiciones de prisión llegan a la pantalla chica o al cine, como es el caso de “El expreso de media noche”, “How I Spent My Summer Vacation” (Al límite) o la exitosa serie de televisión, “Prission Break” tienden a exagerarse en pos de alcanzar un mayor rating.
Más que querer transmitir un prejuicio, los productores buscan mayor audiencia. Sin embargo, el exacerbar las malas condiciones de las cárceles en el mundo hacen ver al acusado como víctima en vez de victimario.
“En algunas películas, series de televisión, documentales el trauma suele ser exagerado porque tiene que ver con el aspecto de entrenamiento. El ejemplo más claro es Expresso de media noche. La historia fue tan fuerte que los turcos se manifestaron en contra de los norteamericanos por la manera en que trataron la historia”, asegura Oscar Uriel, crítico de cine.
Y es que en esta cinta dirigida por Alan Parker, se narra la experiencia de un estadounidense encarcelado en una prisión turca por tráfico de drogas. Uriel explica que aunque muchas veces suelen rebasar la realidad, no tratan de ser un documento fidedigno de lo que realmente ocurre en las cárceles.
“Yo creo que la misma situación lo hace terrible en cualquier parte del mundo, como en Estados Unidos y no exclusivamente en el Tercer Mundo. Hollywood así ve las cosas, y esto tiene que ver con el juego de estereotipos que se ha manejado a lo largo de la historia del cine”.
Agregó que “cuando realizan una película que se lleva a cabo en la ciudad de México exageran con la violencia, tráfico, y otras cosas. Y la verdad es que sí son problemas a los que nos enfrentamos día a día, pero no pienso que el tema de las cárceles sea el único. Se exagera con el retrato que se hace de los países tercer mundistas y lo hacen a conveniencia de sus productos que pretenden divertir. Probablemente el documental, si no fuera tan escandaloso, no sería tan entretenido. En realidad se trata de un problema de objetividad más no de temática y claro, tampoco dicen una mentira”.
La ventaja del documental
La industria televisiva posee varios formatos de entrega de contenidos, dentro de estos están los reportajes, películas, telenovelas y el documental.
Éste último es el que posee una de la mayor credibilidad debido a la forma de construcción y narración del género, gracias a que difunde la información basada en hechos y contando la “historia” lo más apegada a la realidad.
El problema surge, cuando en el “formato documental” se presenta informaciones narradas de manera sensacionalistas, exacerbando los hechos para atraer audiencia.
Ante esta situación, el televidente ya no juzga los contenidos de la misma forma en que si viera una telenovela. Hay documentales que presentan información sobre las cárceles en America Latina y sobre la vida en Oriente.
De esa manera colaboran en la construcción y consolidación de determinados imaginarios colectivos que tenemos sobre los otros, cayendo en el prejuicio, uno de las mayores obstáculos para comprender el contexto en el que acontecen los hechos.
Uno de los programas más populares de la televisión de paga es “Presos en el extranjero”, transmitida por NatGeo.
El programa narra historias verdaderas de personas que fueron arrestadas y encarceladas fuera de su país, algunos por contrabando de drogas, otros porque fueron engañados y viven la peor pesadilla de cualquier viajero. En la serie se muestran las recreaciones del paso por un sistema legal incomprensible, el tiempo en prisión y el trauma que significa para familiares y amigos.
También la aclamada serie “Prison Break” y galardonada como mejor serie dramática “People’s Choice Awards”, centró su tercer temporada en Sona, la cárcel de Panamá. Este terrible lugar fue el nuevo “domicilio” de Michael, Mahone, T-Bag y Bellick. Sona es un lugar infernal donde no hay reglas, guardianes ni escape posible.
En la pantalla grande.
“How I Spent My Summer Vacation” (Al límite), protagonizada y escrita por Mel Gibson habla sobre un criminal que es capturado por las autoridades mexicanas y encarcelado en una prisión repleta de narcotraficantes. Nuevamente, la violencia revela las condiciones infrahumanas de un personaje estadounidense en un penal mexicano.
Otro ejemplo es la rubia periodista Bridget Jones (Renée Zellweger) quien es arrestada en el aeropuerto de Tailandia por posesión de cocaína y es encerrada en una celda tailandesa que se encuentra en estado deplorable. Aunque estas escenas duran pocos minutos, una vez más, los guionistas enseñan un lugar lleno de miedo.
René Franco, periodista y crítico de cine, dice que “una película de ficción, por más fidedigna que sea, jamás logrará captar el horror o la profundidad completa de una cárcel. No siquiera extraordinarias películas, como “Expreso de medianoche”, o la española “Celda 211”, o novelas como “El beso de la mujer araña”, no deben ser tomadas en cuenta como referencia real para calificar las cárceles, o la visión de sus creadores. Eso es ridículo. Hay que ir a los documentales de NatGeo o Discovery”.
Pero está la otra cara de la moneda: el documental Presunto Culpable, que se acaba de estrenar en México. Ahí queda claro que las cárceles son horrendas, que las condiciones son infrahumanas, que el sistema no sirve y que están llenas de inocentes. Y evidentemente el caso de la ciudadana francesa Florence Cassez, puede ser material para uno de estos documentales.