México, D.F.-
Cerca de 120 piezas que ilustran la historia de China, con cinco mil años de antigüedad, se exhiben en la sala dedicada a esta cultura ancestral, en el Museo Nacional de las Culturas, que ha sido renovada para ofrecer al público un recorrido por las diferentes tradiciones religiosas y artísticas de ese país.
Con la curaduría de la antropóloga Silvia Seligson, la Sala de China está estructurada en tres secciones que abordan las Creencias tradicionales, el Florecimiento cultural y el Intercambio comercial a través del famoso Galeón de Manila, que por más de 250 años navegó desde Filipinas -donde se concentraban las mercancías de gran parte de Asia- a México.
La antropóloga Silvia Seligson comentó que la Sala de China no se había renovado desde que se abrió el museo, hace 48 años. “En esta actualización se planteó dar un contexto, y no sólo mostrar las piezas por su belleza o calidad, sino por todo lo que representan, porque finalmente el arte es una expresión de las ideas y de las creencias”.
En el primer núcleo temático sobresale la concepción de la vida y la muerte, que se ilustra con ofrendas funerarias que fueron cambiando según las dinastías que gobernaron el imperio chino, se exhiben esculturas de cerámica vidriada y bronces.
“Hay más de 54 tipos de bronces según la función que cumplían y son piezas extraordinarias por las técnicas con las cuales se elaboraron tres mil años atrás”, agregó la especialista en un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Se presentan también ofrendas de figuras humanas y recipientes de diseños zoomorfos, que acompañaban a los muertos hacia su otra vida. Entre ellas están dos famosos Guerreros de terracota, que reciben al visitante en la sala.
“Otro elemento distintivo de la cultura china son los jades, a los que les han atribuido poderes curativos, de larga vida y de inmortalidad. Una pieza extraordinaria que ilustra esta idea es un traje mortaja elaborado con más de 2,500 placas de jade unidas con hilos de oro. Se trata de la mortaja del príncipe Liu Sheng, de la dinastía Han del Oeste (206 a.C.- 8 d.C.)”.
En esa primera sección se abordan las dos creencias tradicionales autóctonas de China: el taoísmo y el confucianismo, relacionadas con temas que tienen que ver con la muerte. Un ejemplo es el Biombo de Coromandel (siglo XIX), de madera laqueada, que ilustra escenas del Festival de Muertos, que en China se celebra en abril, además de un relieve en madera labrada que recrea el Pabellón Dacheng, de fines de la dinastía Qing (1644-1911).
Asimismo, se exhiben dos jarrones, uno recubierto con laca y otro de porcelana verde, así como una escultura en madera tallada, que tienen la representación de Shoulao, dios de la longevidad.
La segunda sección denominada Florecimiento cultural, está enfocada en un momento histórico muy importante para China, que fue cuando se estableció la ruta de la seda, en el siglo II antes de nuestra era, y que ligó el imperio romano con el chino por más de 4,500 kilómetros a través del desierto y por donde circularon varias mercancías, entre ellas la seda, que fue invento chino y cuya técnica, desconocida por siglos, era muy apreciada.
Uno de los objetos que recibían los chinos a cambio de la seda eran los corceles pura sangre, de los que se exhiben tres imágenes. Asimismo, se presentan objetos bordados con hilos de seda, que en China es considerado Patrimonio Intangible, por la calidad y delicadeza de su trabajo.
También destacan un par de xilografías que reproducen textos budistas, así como cuatro instrumentos musicales tradicionales, de un universo de 72, que se siguen utilizando hasta la actualidad.
“Estas tradiciones de la música, la danza, el drama, la actuación, evolucionaron siglos después en un arte que es también Patrimonio Intangible de China: la Ópera de Pekín, la cual se ejemplifica mediante máscaras e indumentaria”.
Como parte del florecimiento cultural emblemático de China están las llamadas artes del pincel: la caligrafía, la pintura y la poesía, que se sustentan en otros grandes inventos de los chinos, como el papel, los pinceles, la tinta, etcétera. Como ejemplo, se exhiben dos tableros de madera que ilustran el proceso de creación de la seda y el papel.
En la tercera sección se muestran las aportaciones chinas que se obtuvieron mediante el intercambio comercial como la porcelana, inventada y desarrollada por los chinos desde milenios atrás y que llegó a producirse en Occidente hasta finales del siglo XVIII.
Entre el conjunto de piezas figuran tanto objetos originales de los museos nacionales de las Culturas y de Historia, como algunas réplicas de objetos considerados tesoros nacionales de China. “Lo único que los hace diferentes es el momento en que fueron elaborados, porque se hicieron con los mismos materiales y técnicas de la antigüedad”.
Estas reproducciones fueron donadas por la República Popular China en 2010 al gobierno de México para conmemorar el centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia. Algunas más fueron donadas por la Presidencia de México.
El Museo Nacional de las Culturas estará abierto en este periodo vacacional de martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas. El recinto se ubica en Moneda 13, Centro Histórico. La entrada es gratuita.
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