México, D.F.-
Estas ricas leguminosas, las habas y lentejas, son parte de los platillos básicos en la época de Cuaresma, gracias a su aparición en la Biblia, ya que en uno de los pasajes se narra que Jacob dio a Esaú, pan y un plato de lentejas, en otro se relata que los filisteos se reunieron en un campo sembrado de las mismas.
Algunos historiadores narran que estas semillas eran llevadas por los ejércitos romanos, ya que son ricas en proteínas, de fácil manejo y se pueden almacenar.
Fray Bernardino de Sahagún, en su libro “La Conquista de la Nueva España”, narra que a raíz de la conquista de México, los pueblos indígenas adoptaron las costumbres religiosas y con éstas, la forma de alimentación. De ahí surge incluir algunas leguminosas en estos días santos.
Estas leguminosas son una fuente excelente de ácido fólico y tienen un alto contenido en fibra, por lo que si se incluyen en la dieta de los viernes de Cuaresma, se obtendrá una alimentación balanceada, debido a la ausencia de carnes rojas.
Las habas se consumen frescas y secas. Las frescas se utilizan para la elaboración de ensaladas y sopas; y las secas se preparan en crema, como botana, tostadas y con chile o en forma de masa, para el relleno de tlacoyos.
Además, aportan caroteno, tiamina, riboflavina, ácido nicotínico, y contienen menos celulosa que los frijoles, las lentejas y las arvejas.
En esta temporada, durante el tercer domingo de Cuaresma, se acostumbra colocar semillas de habas, lentejas y chía en botecitos, para que con sus brotes sean adornados los altares del Viernes Santo.
Se eligen estas semillas porque son germinados nuevos, limpios, puros y de colores dorados, todo esto simboliza la resurrección, una nueva vida.
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