México, D.F.-
Un día a Rafael Perrín le dio diarrea en plena obra “La dama de negro” y Germán Robles tuvo que improvisar, poniendo a aplaudir al público y él a bailar.
En el montaje de Magnolias de acero, donde trabajaban Tiaré Scanda y Alma Muriel, algunas de las actrices no se caían bien y se peleaban fuera del escenario, generando estrés.
Y en otra ocasión, una delegada de la ANDA, al ver que la lluvia impedía la llegada de un actor, convenció a un policía para subirse a la moto y fue por él, para que la función comenzara a tiempo.
Pareciera que son anécdotas sacadas de la imaginación de algún escritor, que de inmediato saca la risa, pero sucedieron.
Así que cuando el viernes se estrene en cines la comedia “Tercera llamada”, de Francisco Franco, mucho de lo que ahí se ve ha sucedido en algún momento a los productores.
El filme tiene como pretexto el montaje de una puesta donde hay personajes arquetípicos: una diva (Rebecca Jones) y la estrella de televisión que abandona el proyecto para irse a otro (Jorge Poza).
El técnico que se cree más importante que el elenco (Eduardo España); la asistente de dirección quien ha querido ser actriz (Mariana Treviño) y la joven promesa insegura (Irene Azuela).
“¡Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia!”, dice divertido Juan Torres, productor de obras como “La madriguera” y “El chofer y la señora Daisy”.
Junto con su socio Guillermo Wichers y sus colegas Antonio Calvo (La dama de negro) y Salomón Ramírez (12 princesas en pugna), asistieron a una función especial de “Tercera llamada”.
– Ficción o realidad
Entre risas y recuerdos, los cuatro consideran que el largometraje ganador en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara, cuenta con los ingredientes para divertir al público.
“Todo mundo puede encontrar un divo en su trabajo, por ejemplo”, dice Juan Torres.
Entonces las anécdotas salen a relucir en todos. Como la de ‘Wichers’, hablando de “X” obra de gira.
“Uno como productor trata de facilitar siempre las cosas, pero un día, en una obra de gira, recibí el papelito de una parte de la compañía que quería ¡un guacamole con aguacate orgánico y los totopos cortados en octágonos!”, recuerda.
Y si fuera de escenario pasa cualquier cosa, dentro pasa lo doble. Como el caso de Germán Robles y el desorden estomacal de Perrín.
“En plena escena le dijo Perrín: ahí le dejo, voy a la oficina, practique su pantomima. Y al final Don Germán le dijo: no me vuelves a hacer esto en toda tu vida”, relata Calvo.
Quizá lo único que no les ha pasado aún es tener un empleado ladrón, que puede estar en cualquier actividad. “Afortunadamente no hay eso, pero de que la película refleja lo que pasa en la vida teatral, sí”, considera Salomón.
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