México, D.F.-
Resuelto a trascender, Uriel Moreno “El Zapata” sabe que ése es el único camino. La convicción de mantenerse en el carro de los triunfadores, en el de los toreros importantes, fue el impulso; ahí se rebeló la raza torera, ahí, el tlaxcalteca obtuvo la fuerza necesaria para mantenerse en el ruedo de la Plaza México, aún con una fuerte cornada en el muslo izquierdo, hasta convertirse en el máximo triunfador del festejo.
“Ésta es la diferencia entre estar y no estar”, asegura el valentísimo torero, quien con todo y el percance, cortó tres orejas en el coso capitalino. “Aflojas una tarde y lo que has cosechado antes se puede venir abajo, entonces hay que estar tarde a tarde justificándose para no bajarte de ese tren y ese lugar que te has ganado durante muchos años”, agrega el tlaxcalteca, al tiempo que desmenuza las circunstancias en las que el ejemplar de Marco Garfias le echó mano.
“Fue un gran toro”, recuerda. “Lo estaba toreando muy bien, sobre todo por el lado derecho, le iba a hacer un cambiado por la espalda y el toro ya no acudió en el primer cite; le eché la muleta muy a la cara y en lugar de embestir tiró el derrote al sentir engaño, ya en el segundo me sintió y me pegó el derrote a mí, así me agarró”, relata Moreno, cuya torera y variada actuación en La México —antes de caer herido— emocionó a todo el público de la capital.
“Yo sentía que me había pegado la cornada, sentí exactamente dónde entró el pitón. Me dolía la parte opuesta, casi enfrente de la pierna y sabía que la cornada era muy grande, porque me dolía en un lado distinto a donde había entrado el pitón”, relata el torero.
“El Zapata” recuerda que segundos después de ocurrido el trance, quienes se acercaron a auxiliarlo no se percataron de que llevaba la pierna izquierda severamente calada.
“Me llevaron a la barrera y les pedía que vieran si me habían pegado la cornada, pero no la veían, me decían que no tenía nada, porque no sangraba. Alguien alcanzó a meter el dedo en la herida y me dijeron, ‘sí y está grande’”, detalla el matador, quien, así, herido sólo acertó a pensar: “bueno, venga pa’lante”.
“Me querían poner un torniquete y les dije que no, no estaba sangrando y había que terminar ahí la faena. Maté muy bien al toro, la gente se entregó y pude salir con tres orejas en una tarde muy importante”, recapitula Uriel, quien sólo lamenta no haber redondeado la tarde con una salida a hombros, por la puerta grande.
“Al final mi intención era ésa, pero era imposible que me sacaran a hombros”, asegura el diestro, con ánimo y moral fortalecidos, tras la hombrada que firmó en La México.
Desde este lunes, “El Zapata” comenzó a dar pasos en la habitación del Hospital Mocel, donde Rafael Vázquez Bayod, jefe de los servicios médicos de la Plaza México, lo intervino por una “cornada de dos trayectorias, una de 25 centímetros ascendente y la otra de 15 que hace abanico y se lleva toda la parte del músculo”, según explica el propio torero caído.
En franca mejoría, Moreno recibirá el alta médica el miércoles y de inmediato se trasladará a Tlaxcala para convalecer los próximos 10 días. Una vez que le retiren los puntos, retomará los entrenamientos y pondrá a punto la pierna izquierda, decidido a reaparecer el 16 de marzo en la plaza coahuilense de Torreón, al lado del rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza.
“Seguro, nos vamos a cuidar para estar listos en esas fechas. Ahora hay que recuperarse, estar unos días en descanso obligatorio y nada más, no pasa nada, esto sigue”, finaliza.
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