Guadalajara, Jal.-
La mirada elevada busca en el cielo el hogar para su celebración. La gloria del gol está allá arriba. Augusto Fernández, con un gran disparo de derecha abre el camino a la victoria con el 0-1, al 70’. En el futbol, a toda alegría corresponde una tristeza. La cabeza baja mendiga consuelo en el césped. El semblante de Érick Torres lo dice todo. La frustración del fracaso está ahí abajo.
Esa anotación abre el camino de la victoria, que al final es por 0-2 para que Vélez Sarsfield se lleve el triunfo en el estadio de Chivas, que concreta su cuarta derrota consecutiva (dos en la Liga y dos en Copa Libertadores) y deja prácticamente sentenciado su futuro en el certamen continental: la segunda fase habrá que verla desde casa, por televisión.
Para Chivas, desde el silbatazo inicial, es un duelo a “matar o morir”. No hay mañana para el Rebaño Sagrado. Los jugadores saben que cualquier resultado diferente a la victoria deja al equipo prácticamente fuera de la Copa Libertadores de América.
En el arranque, el Rebaño Sagrado busca el gol que le dé tranquilidad. Desde la derecha, un centro recorre toda el área, los defensas no atinan a despejar, ningún rojiblanco llega a la cita. El esférico sigue su recorrido hasta segundo poste, donde al fin encuentra una pierna local, Marco Fabián remata de zurda, a quemarropa, pero el arquero Marcelo Barovero desvía a tiro de esquina.
El partido, entonces, cae en un bache. Los equipos se enfrascan en un duelo infructífero en el medio campo. La afición, en una regular entrada, intenta animar a los suyos. El “¡Chivas, Chivas!”, suena tibio. No es suficiente para levantar el espectáculo.
Una sacudida le hace falta al parsimonioso futbol que se ve sobre el césped sintético del estadio Omnilife. Llega de forma literal, cerca del minuto 10. Los cimientos del inmueble empiezan a oscilar. El movimiento es discreto al principio. Después, aumenta en intensidad. Se siente en la tribuna.
Aficionados voltean a verse unos a otros, desconcertados. Los vidrios de los lujosos palcos comienzan a cimbrarse. El aro que cuelga justo sobre círculo central, desde los pasados Juegos Panamericanos, se mueve a un lado y luego al otro.
La fuerza de la naturaleza sacude el estadio. El temblor de 6.4 grados, con epicentro en Michoacán, se siente en la grada. El nervio aparece. Algunos aficionados dejan sus asientos. Corren hacia los pasillos. Otros prefieren aguantar estoicos en su butaca. En la cancha, el movimiento no es perceptible para los jugadores. Largos segundos de incertidumbre. El juego no se detiene. Cuando termina el temblor, todo vuelve a la normalidad.
Con la sacudida, Chivas recuerda que se juega la última esperanza y va al frente. Érick “El Cubo” Torres genera dos de peligro en minutos consecutivos: al 34’, recibe en la orilla del área y tras una media vuelta, su disparo pega en el poste antes de salir del campo; y al 35’, ingresa por el costado izquierdo, pero al zurdazo le falta fuerza y termina en las manos del arquero.
En la segunda parte, el Guadalajara ataca con voluntad, pero sin claridad. Encuentra una de gol al 56’, cuando Marco Fabián se quita a un defensor para ingresar al área y sacar un zurdazo cruzado que pasa apenas por un lado. El gol no llega. El nerviosismo, sí.
Vélez, paciente y “canchero” como cualquier cuadro argentino, teje su victoria con el fino hilo de la contundencia. La elaboración de la jugada por derecha no tiene fallas. Obolo se la deja a Augusto Fernández, quien dentro del área dispara potente con la derecha. Justo al ángulo. El vuelo de Víctor Hugo Hernández, una vez más titular en lugar del lesionado Luis Michel, es inútil. Golazo, al 70’.
El tanto en contra sacude al Guadalajara, tanto como el temblor de minutos atrás a los aficionados. La reacción es nula. Con el Rebaño Sagrado entregado y sin orden, Vélez Sarsfield aprovecha un “latigazo” para sentenciar el duelo: una pelota larga es alcanzada por Lucas Pratto, que controla, avanza y fulmina con un derechazo cruzado que supera a Hernández, al 89’.
Con el 2-0 se acaba la ilusión rojiblanca. Chivas es último del Grupo 7, con apenas 4 unidades; Vélez Sarsfield llega a 12 y nadie le quitará el liderato. El último partido de los rojiblancos en la Libertadores, de visita ante Deportivo Quito, luce como mero trámite, pues necesitaría ganar por diferencia de 4 para tener posibilidades claras de clasificar.
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