México, D.F.-
Para entender qué es la paz, lo mejor es recurrir a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas en París el 10 de diciembre de 1948, donde se dice: que la paz es el pleno reconocimiento de la dignidad propia de todos los miembros de la familia humana, constituye el fundamento de la libertad y la justicia.
Y, aunque la voz pesimista que todos llevamos dentro nos susurre que todo son bellos propósitos, la voz de la esperanza tiene que gritar que debemos acercarnos a la paz como si fuera una meta lejana hacia la que todos debemos correr; es un proyecto humano tan grande y ambicioso que merece el esfuerzo de todos, a pesar de los obstáculos y los fracasos.
Nuestra actitud no siempre es pacífica; si perdemos el autocontrol y tomamos una actitud agresiva, rápidamente debemos retroceder y pedir perdón, reconocer que a veces los nervios nos traicionan; de esta manera, daremos dos lecciones a la vez: de paz y de humildad. La agresividad nunca es el buen camino para la convivencia.
Los padres tienen la posibilidad de formar en la paz a los pequeños del hogar a través de una actitud pacífica, dialogante, comprensiva y serena, que no esta reñida con la rectitud, la energía, ni la exigencia.
No debemos ocultar a los pequeños que la injusticia debe ser rechazada, como último recurso, al igual que la violencia; el clima en el hogar debe ser pacífico, y las inevitables peleas infantiles siempre deben llevarnos a una reflexión oportuna sobre la paz y no sobre la violencia. Debemos demostrar con la práctica diaria que el acuerdo y el diálogo, ahorran violencia y aportan paz.
Asimismo, siempre que sea posible, debemos insistir en que ser bueno, ser pacífico y ser portador de paz no significa ser tonto; todo lo contrario: hay que ser muy fuerte para trabajar por la paz; es mucho más fácil trabajar para la discordia.
-¿Y los juguetes bélicos?
Debemos evitar que los niños imiten la cultura de la guerra y la violencia, los juguetes bélicos, como las pistolas, fomentan la aceptación de la guerra como una acción correcta, debemos preferir juguetes que estimulen la participación, la colaboración, el diálogo y a la diversión compartida; sin embargo debemos convencernos de que, ante un juguete bélico, es mucho más importante la actitud que el objeto en sí.
Se debe fomentar la práctica deportiva ya que constituye un buen caldo de cultivo para poner en práctica y reflexionar sobre la violencia, la paz y todas las actitudes positivas o negativas entorno al tema que nos ocupa.
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