México, D.F.-
Xochimilco es más que chinampas, trajineras y flores, así lo destaca la historiadora Araceli Peralta Flores en su libro “Xochimilco y su patrimonio cultural. Memoria viva de un pueblo lacustre”, donde da cuenta de la riqueza; tanto natural como arqueológica de esta demarcación, así como de sus tradiciones heredadas desde tiempos prehispánicos.
Peralta Flores dijo durante la presentación de su publicación, efectuada en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), que investigar el legado ancestral de Xochimilco le llevó mas de seis años.
Explicó que en los distintos capítulos que integran la publicación editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH): aborda en el primero el patrimonio natural como paisaje cultural y área natural protegida; en el segundo habla del patrimonio arqueológico; el tercero detalla el patrimonio arquitectónico; el cuarto es sobre el patrimonio intangible (tradiciones y fiestas); el último se centra en la gestión cultural.
Refirió que por su traza del siglo XVI y su zona de chinampas, Xochimilco fue declarado Patrimonio Mundial en 1987. Posteriormente, entre 2004-2005, se desarrolló el Proyecto UNESCO-Xochimilco, que desembocó en un Plan de Manejo y Gestión.
Con una participación activa en dicha iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Peralta Flores comenzó la investigación para su libro, durante la cual recurrió a múltiples archivos públicos y privados, además de ponerse en contacto con cronistas, gestores culturales, artistas y diversas asociaciones comunitarias.
El vasto patrimonio inmaterial de Xochimilco se “expresa en la religiosidad popular, la tradición oral y los mitos”; de esta forma, las festividades son una actividad sumamente importante de los pueblos y barrios originarios. Existe un fuerte compromiso personal y social de reproducir las tradiciones heredadas de los antepasados”.
Resaltó la fiesta del Niñopa que es la más conocida de las que se celebran en esa demarcación, y es la más importante devoción de la región, durante todo el año se llevan a cabo ceremonias y procesiones de carácter ritual.
La devoción por el Niño Dios se hace extensiva a otras imágenes como “el Niño de Belén, el Dormidito de Xaltocan, el Tamalerito de San Antonio, el del Barrio de San Juan, Emanuel de Santiago Tepalcatlalpan, el del Chiquihuite, el Chinamperito de Caltongo y el Tepalcaterito de San Pedro”, entre otros.
Resaltó que la fiesta patronal más importante de Xochimilco “es la de la Virgen de los Dolores, que está en el templo del Barrio de Xaltocan”, pero, también se rinde culto con misas, procesiones, danzas y cohetes, altares y rezos a la Virgen de Guadalupe, la Santa Cruz, San Bernardino de Siena, el Señor de Chalma y el Día de los Santos Difuntos.
Estas festividades de carácter religioso están relacionadas con los ciclos agrícolas, el sistema lacustre y la zona chinampera. Entre las distintas danzas que se ofrendan están los chinelos, los huehuenches y los concheros, la música de banda de viento, la tambora y el mariachi. También se realiza el baile del barril, y se adorna un maguey con banderitas de papel, flores y jarritos cuando se hace el cambio de mayordomo de la Virgen de Xaltocan, en Santa Cruz Acalpixca.
Carmen Morales Valderrama, titular de la Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, señaló que el libro de Araceli Peralta está destinado a volverse un clásico en materia de patrimonio cultural, y será obra de consulta obligada para los investigadores interesados en la agricultura y la Cuenca de México.
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