Washington, E.U.-
Hasta hace un año, muchos temían por el asalto de los millonarios en las elecciones del 2012 para desalojar a Barack Obama de la Casa Blanca.
Aunque la intervención de millonarios como los amos del sector de la petroquímica, los hermanos David y Charles Koch, o el zar internacional de los casinos en Las Vegas y Macao, Sheldon Adelson, consiguieron poner contra las cuerdas la campaña Obama, el músculo de las donaciones de los ciudadanos de a pie —que dan cada uno por debajo de los 100 dólares— les permitió mantenerse competitivos en una recta final en la que tanto demócratas como republicanos superaron por primera vez la frontera de los 2 mil millones de dólares.
A un día de las elecciones, muchos se preguntan si la polémica decisión de la Suprema Corte —Citizen United vs Federal Election Comission—, en enero del 2010 (que autorizó a las empresas y sindicatos a gastar sin límites en las campañas electorales, con la única condición de que las entidades creadas por millonarios o sindicatos no se coordinaran con el equipo de campaña de los candidatos) realmente afectó el principio de equidad en la contienda.
En 1907, el entonces presidente Theodore Roosevelt promovió y decretó leyes que prohibían la injerencia o contribución a las campañas por parte de las grandes corporaciones, y desde entonces se fijaron topes de donación. Gracias a estas disposiciones, hoy el techo para cada individuo es de 2 mil 500 dólares para candidatos y de 30 mil 800 para el Comité Nacional de un partido por cada año calendario.
Principio trastocado
Pero este principio, que buscaba salvaguardar la equidad en el proceso y evitar la injerencia de poderosos intereses para influir en la decisión de la voluntad popular, se trastocó con el fallo de la Suprema Corte en el 2010.
Cuando el presidente Barack Obama acusó a los magistrados del ala conservadora en la Suprema Corte de haber abierto “las compuertas a los poderosos intereses corporativos”, para inyectar recursos multimillonarios en un proceso electoral, el magistrado Samuel Alito rechazó abiertamente la acusación.
Dos años más tarde, las acusaciones del presidente demostraron su veracidad. Tan sólo el multimillonario Sheldon Adelson donó más de 70 millones de dólares, mientras la organización American For Progress, fundada por los hermanos Koch, superó los 30 millones de dólares.
En términos absolutos, Mitt Romney ha superado en razón de 3 a 1 a Obama cuando se trata de recursos aportados por los millonarios, a través de los denominados Super Comités de Acción Política (Super Pac´s), que han recabado poco más de 200 millones de dólares a favor del republicano.
A pesar de ello, la poderosa base social que construyó la campaña Obama desde el 2008 ha conseguido rivalizar en la recolección de fondos, gracias en buena medida a las aportaciones inferiores a los 200 dólares.
En este segmento, el de las donaciones individuales, Obama ha superado a Romney en una relación de 3 a 1. En otras palabras, los ricos y poderosos han empatado con la base social, con una recolección total de un mil millones de dólares.
Los expertos y los analistas coinciden en señalar que, a pesar del poder del dinero aportado por los ricos y poderosos a la campaña Romney, la campaña de Obama tiene amplias posibilidades de hacerse con la victoria por su capacidad de imponerse en la batalla sobre el terreno.
Hace apenas una semana, el principal artífice de la campaña Obama, David Plouffe, se mostró confiado en una victoria del presidente, a pesar de unas encuestas que hablan de un virtual empate técnico y de unos recursos que superan un mil millones de dólares en publicidad negativa.
“Nosotros hemos trabajado en una estrategia concebida hace ya más de 18 meses”, dijo Plouffe en alusión al plan de concentrarse en los llamados “estados columpios” como Ohio, Florida, Nevada, Wisconsin, Iowa, Colorado o Virginia.
Los estados columpio
Desde marzo del 2011, el equipo de Obama desplegó una campaña sigilosa en estos estados. Estableció una estructura de oficinas de campaña que han demostrado la superioridad de Obama. En Virginia, establecieron 63 oficinas contra 32 de Romney; en Florida 106 contra 52; en Wisconsin, 39 contra 24 y en Ohio, el estado clave, la campaña de Romney está a la defensiva con un total de 30 oficinas, contra las 137 de Obama.
“Por esa razón, Obama se ha mantenido a la delantera en esos estados. Y a pesar de lo que han señalado las últimas encuestas, todo indica que Obama conseguirá resultados muy competitivos”, opinó Nate Silver, uno de los más respetados analistas demoscópicos.
Silver, quien se encuentra en medio de intensos ataques desde el Partido Republicano, aseguró que desde el viernes pasado las estadísticas han vuelto a soplar a favor de Obama, a quien conceden un 83.7% de ventaja frente al 16.3% de Mitt Romney.
Además, el presidente ha recuperado terreno en el renglón del voto electoral donde se mantiene con una prospección de 305.3 votos electorales (de los 270 que necesitará para ganar) contra los 232.7
de Romney.
En vísperas de que millones de electores acudan a las urnas, una cosa parece clara. A pesar del dinero invertido en anuncios de televisión contra Obama, el republicano ha sido derrotado en el terreno por una maquinaria demócrata a la que ha sido imposible contrarrestar. “En los últimos 18 meses nos hemos concentrado en un mapa muy reducido de estados columpio. Por eso siempre los hemos tenido a nuestro favor”, aseguró Plouffe.
En caso de que Obama gane mañana, una cosa habrá sido demostrada. Que el poder de los ricos no ha podido con la maquinaria electoral de Obama y que las elecciones presidenciales de Estados Unidos se han convertido en una simple carrera aderezada con retórica progresista, pero presidida sobre todo por el cálculo matemático. Uno que podría asegurar a Obama un segundo mandato.
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