México, D.F.-
De pronto una venda en la cabeza se volvió a la vez talismán, suvenir y emblema de un equipo juvenil mexicano que repetía la hazaña de proclamarse campeón de un torneo organizado por la FIFA.
Y es que no hay imagen más recodada del Mundial Sub 17 del 2011 que la del jugador Julio Gómez con un enorme vendaje en la cabeza, producto de un corte tras haberse estrellado con un futbolista alemán, rematando de chilena el gol que le daba el pase a México a la final del certamen.
El 10 de julio de ese año, tras ese emocionante 3-2 sobre Alemania, donde Julio se cortó la cabeza, México disputó la gran final del Mundial en el estadio Azteca. Con el público a favor y el impulso que significaban seis victorias previas, el Tri juvenil culminó de manera perfecta su participación con un 2-0 sobre Uruguay y alzaba por segunda ocasión en la historia el trofeo de campeón de un Mundial Sub 17.
Julio Gómez, apodado “La Momia” por ese profuso vendaje, fue designado el mejor jugador del torneo y en el podio lo acompañaron sus compatriotas Jorge Espericueta y Carlos Fierro. Fue un Mundial redondo para México.
Sin embargo, esa generación fue desaprovechada dos años después, pues muchos de ellos no pudieron representar al país en el Mundial Sub-20 de Turquía, pues su técnico Sergio Almaguer relegó a la mayoría.
Únicamente seis jugadores de aquellos monarcas jugaron en este Mundial: Richard Sánchez en la portería; Antonio Briseño y Francisco Flores en defensa; Jorge Espericueta y Arturo González en la media, así como el artillero Marco Bueno.
Y en gran medida esa puede ser la explicación del tropiezo de México en Turquía, pues aunque se consiguió el pase a octavos de final, se sumaron tres derrotas, la última ante España especialmente dolorosa (1-2), al caer en el último minuto.
Aunque a favor del técnico, algunos de los monarcas de 2011 no siguieron un proceso adecuado, e incluso, algunos perdieron “piso” por la fama que significó ganar el Mundial.
“En su momento sí (me rebasó la fama) porque todas las cámaras y la gente me querían conocer. Soy muy sincero y me crecí, me sentí la gran cosa. En ese momento pasó la lesión y yo me sentía muy desesperado por no poder jugar. Estaba muy reciente lo del Mundial y en el primer equipo no me tomaban en cuenta, tenía problemas con el club, me sentía la gran cosa y es algo que no me debió pasar; tuve muchas peleas con todos los del equipo”, contó en una ocasión Julio Gómez en entrevista con EL UNIVERSAL.
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