Guadalajara, Jal. / Noviembre 11.-
La 31 Muestra Nacional de Teatro, que inició en Guadalajara el pasado viernes con una inversión de 5 millones de pesos, y que se clausurará el sábado, reúne a los teatristas más importantes del país, quienes atestiguan la escenificación de 31 puestas en escena de compañías de once estados y del Distrito Federal, y participan de manera activa en la reflexión sobre el quehacer teatral en México.
El encuentro, organizado por la Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el gobierno de Jalisco, a través de la Secretaría de Cultura, tiene como eje temático “Paradigmas y desplazamientos”, con la idea de dar a conocer las propuestas que están renovando el teatro mexicano.
Hasta el momento, una de las obras más aplaudidas por el público ha sido “Idiotas contemplando la nieve”, de Alejandro Ricaño, dirigida por Alberto Lomnitz, con la Compañía de Teatro de la Universidad Veracruzana, escenificada en el Foro de Arte y Cultura.
Se trata de una puesta en escena que conjuga los talentos tanto del dramaturgo como del director, con la tradición de una compañía que ha sobresalido en la escena nacional desde hace ya varias décadas.
“Idiotas contemplando la nieve” divierte al público con una galería de personajes que son fácilmente identificables en la vida cotidiana: el chofer de microbús, la vendedora de cremas de Avón, la cajera de restaurante de comida rápida convertida en diputada gracias a los favores sexuales prestados a un funcionario de alto nivel, el estudiante eterno que no encuentra trabajo y espera el dinero de una beca del Conacyt, la madre abnegada, el sacerdote apocado y pederasta, la mujer moderna que se casa para ser mantenida por el marido, el joven que trabaja sin el menor ánimo ni aspiración, y la adolescente de 16 años neurótica y perversa.
Los personajes creados por Ricaño son, todos, fracasados; tienen un destino trágico, expresan nostalgia por una vida mejor que no van a alcanzar jamás. El mundo está chueco, dice uno de los narradores de la obra. Ese mundo caótico, sin esperanza y devastado espiritualmente, es el que el joven dramaturgo concentra en su universo dramatúrgico. Pero lo hace con un humor ácido. Ofrece la reflexión sobre la realidad actual, por cierto muy mexicana y muy chilanga, a través de un divertimento, porque como dicen los teatreros, la mejor manera de acercarse a las cosas dolorosas es a través de la risa. Reírnos de nosotros mismos.
El texto de Ricaño es retomado por un director probado, Alberto Lomnitz, quien sorprendió en su momento con la Compañía Teatral Seña y Verbo –con actores sordos- y dirigió también a la Compañía Nacional de Teatro del INBA (1998-2000).
La puesta en escena es ágil, el desempeño actoral con un alto y muy parejo nivel de energía, mientras que el diseño espacial y la creación de la atmósfera son evocativas de paisajes urbanos que están ahí sin estar, gracias al juego de la imaginación.
La enfermedad del poder
Por otro lado, en el Teatro Experimental, los actores Antonio Rojas y Mario Eduardo D’León servían tequila, cerveza, ron, refresco o agua a los espectadores que se subieron al escenario a ver, a un metro de distancia, la representación de otra obra, “Descomposición”, escrita y dirigida por Alfonso Cárcamo, del Distrito Federal.
Una propuesta no convencional en la relación que establece con el público, que de tan cerca puede sentir el pulso de los actores en escena. La de Cárcamo es una obra que aborda una historia de amistad y de familia; y plantea que la descomposición que causa el deseo por el poder en los humanos es total.
No es una historia nueva, sin embargo, la obra y el trabajo de los actores, que se exponen en escena sin la protección de parafernalia escénica, consiguen establecer una intimidad y casi, podría decirse, complicidad del público con los personajes que, de acuerdo con la propuesta de Cárcamo, son sólo víctimas del poder, que como una enfermedad los destruye poco a poco.
Decepciona Martín Acosta
La expectativa creada en el público de la muestra por el trabajo que Martín Acosta ha realizado en el teatro, se vino abajo. La propuesta del director, con una compañía de actores desigual y en algunos casos de nivel estudiantil, decepcionó a los espectadores.
La creación del mundo y la primera culpa del hombre, versión libre de Acosta sobre “La creación del mundo”, de Lope de Vega, con la Compañía Estatal de Teatro de Puebla, dejó mal sabor de boca al público que pasó de la somnolencia a la ansiedad por salir del teatro. Muchos no esperaron y a la media abandonaron la sala. Otros se echaron una pestañita, mientras los actores, mal preparados, se peleaban con el texto en verso.
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