México, D.F. / Enero 27.-
A las 10:30 horas, Manuel Lapuente salió por la puerta de atrás, luego de una breve despedida con sus muchachos. A las 12:10, Carlos Reinoso posó sonriente para mil fotos con la prenda azulcrema, junto a un serio Michel Bauer. El presidente del América leyó un documento con las manos temblorosas, entregó la playera y se fue, sin responder preguntas.
Ahí, como testigos de honor, el director deportivo, Jaime Ordiales, y el otrora Capitán Furia, Alfredo Tena, presenciaron la presentación.
“El lunes fue el día más triste de mi vida [por el fallecimiento del ex vicepresidente Panchito Hernández]. Y anoche, a las 19:08 empezó a ser la noche más feliz de mi vida”, dijo, agradecido con la misma directiva que hace algunos meses criticó, aunque este miércoles la memoria lo traicionó. “Ahorita vengo a sumar”, atajó y hasta se proclamó como “el más americanista de este planeta”.
En su discurso, plagado de puntadas, idénticas a las que de antaño transformaron al pueblo americanista entre los más odiados, Reinoso aterrizó en el Nido de Coapa, al igual que el primer día, “hace 41 años”, y garantizó defender a su equipo con amor. “No vengo a hacer verso”, sino a pelear por el título de Liga y la Copa Libertadores, “como un grande del futbol mexicano”.
Sin más preámbulos, anunció la alineación del sábado, contra el Atlas, aún sin haber realizado su primer entrenamiento: Guillermo Ochoa, Miguel Layún, Aquivaldo Mosquera, Juan Carlos Valenzuela y Óscar Rojas, en la zaga. Un sólo contención, Pável Pardo, Enrique Esqueda, Nicolás Olivera, Daniel Montenegro, y adelante, los dos Vicentes, Sánchez y Vuoso.
“El América va a ser un equipo que el sábado tiene que proponer desde el primer minuto, así será en cancha rival y en el Azteca tenemos que ser más ofensivos, más agresivos”, promovió. Ya en la práctica, paró al equipo prometido, aunque terminó por acomodarse con Ángel Reyna en lugar de Esqueda.
Reinoso quiso ser respetuoso con Lapuente, a quien consideró “un tipo exitoso, pero yo vengo a hacer como americanista lo que a mí me gusta y lo que le gusta a la afición del América”.
Entonces, terminó por afirmar que “ni Ramón Díaz, ni Chucho [Ramírez], ni Manolo [Lapuente] han hecho este plantel. Lo hicieron los directivos, si no me equivoco”, de ahí que éstos tengan la “obligación moral de matarse”.
Aunque, quizá a diferencia de sus predecesores, “hay muy buenas fuerzas básicas, nomás que yo sí los voy a hacer jugar y no critico a nadie, pero los chavos nacidos acá van a jugar…”.
Aseguró que “en el América clasificar es normal, aquí hay que ser campeón” y en tono poético compartió que “los viejos terminamos como los elefantes, donde iniciamos el camino”.
A la hora de estampar su firma en el contrato no tuvo ningún problema. “A las 7:08 me hablaron y a las 7:10 ya había firmado en blanco… es mi amor”.
Eso sí, alertó a los jugadores que va a ser muy exigente, porque en unos meses pretende recuperar al equipo, “somos el América de México, de Latinoamérica y del mundo…”.
Aseguró que este club se hizo para darle espectáculo a la afición. “Nos decía don Emilio Azcárraga, cuando yo era un niño, que él prefería perder 5-4 que ganar 1-0. No vamos a perder 5-4, pero vamos a ir a buscar los resultados desde el primer minuto”.
Aún con la bufanda que decía la leyenda: “Se defiende con la vida”, Reinoso abrazó a Bauer, dispuesto a trabajar con el mismo cuerpo técnico de Manuel Lapuente —excepto Alex Aguinaga— y a entrenar con las puertas abiertas.
Después de dos horas y media de entrenamiento, a las tres de la tarde detuvo la práctica. Porque como este día lo vaticinó uno de los auxiliares, “ahora sí vamos a correr”.