La robótica es su mundo. No importa si pasan todo el fin de semana trabajando en sus proyectos o se desvelan en busca de una nueva fórmula para perfeccionar sus creaciones.
Ellos se divierten así. Son jóvenes que participan en el primer Torneo Mexicano de Robótica 2008, en el Palacio de Minería.
“Nos vemos los sábados y nos quedamos cinco o seis horas, hasta que terminemos lo que nos toca”, explica Carlos Rivera García, un joven universitario de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. “Adquieres muchos conocimientos a través del tiempo, hay que innovar y nunca dejar de trabajar. Me siento muy bien”, agrega, sin dejar de ver la pantalla de su computadora.
Su familia y amigos siempre lo han apoyado. “Me animan para que siga adelante”, expresa con una tímida sonrisa.
En sus ratos libres, le gusta jugar basquetbol y salir con sus amigos. “Llevo una vida normal, nada más que en mis ratos libres me gusta investigar”.
Sobre si es complicada esta actividad, refiere que “no lo es, sólo hay que analizar bien las estructuras, tener imaginación. Tal vez lo más complejo sea la programación”.
La creación de robots no sólo está limitada a los universitarios, ni a los hombres. Muchachos de secundaria de entre 13 y 16 años y chicas de preparatoria también se inician en ese universo tecnológico que contempla múltiples posibilidades, pues en este torneo hay mecanismos que desarman bombas, detectan víctimas, llevan o traen objetos, y hasta juegan futbol.
Para Liza Huitrón, estudiante del CCH Naucalpan, el interés por las carreras del futuro la llevó a inscribirse a un curso de introducción en robótica y luego tuvo la oportunidad de viajar a China. “El simple hecho de ver robots apasiona. Si yo me hubiera enterado de que esto existía desde la secundaria, ahorita yo estaría mucho mejor”, enfatiza.
En la mirada de Josué Baena se asoma un dejo de preocupación al observar que su robot tiene problemas. Sus compañeros sufren igual, pero esperan pasar a la final, a pesar de los desperfectos. “Es muy interesante; te relacionas y convives con más gente. También recibes apoyo de las personas”, comenta.
Después de un curso de robótica, a Josué le surgió la pasión por este ámbito tecnológico. Ahora, a sus 15 años, espera cosechar más triunfos. Su equipo quedó en segundo lugar durante un concurso nacional.
Desde los nueve años, Ares Orlando Cuéllar tiene contacto con los robots. Ahora, a los 13, participar en el torneo es “un logro más para mí, porque es difícil armar un artefacto”. Sus padres lo alientan para que dé lo mejor de sí en este torneo.
Antes de regresar a su área de trabajo, Ares invita a otros jóvenes a que se animen y compartan con él su pasión por la tecnología, pues los robots han abandonado la ficción para volverse realidad en las manos de estos adolescentes mexicanos.
Discussion about this post