México, D.F. / Oct. 4
Después de 100 años de funcionar como escuela de readaptación para menores, el Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Mujeres ha quedado vacío. Este viernes, las 31 adolescentes infractoras que residían ahí fueron trasladadas a la Comunidad Terapéutica de Xochimilco.
Los familiares de las adolescentes supieron del traslado hasta casi las seis de la tarde de hoy. Antes, nadie les informó de la situación de sus hijas.
Las jóvenes salieron en camionetas blancas, acompañadas por personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Sus rostros permanecieron perdidos tras los vidrios polarizados.
Atrás quedaron las historias, los dolores y tristezas de varias generaciones de adolescentes que por cometer algún delito debían pasar una temporada en aquella casona de Coyoacán.
Ahí hallaron un espacio en el cual redimir sus culpas y cambiar sus destinos para convertirse en seres distintos, la mayoría aseguran, mejores.
Ángeles Aguilar Zinser, vecina de este centro, aún recuerda cuando, de niña, solía visitar aquel edificio y observaba a las jóvenes jugar, reír, vivir.
Durante muchos años, su madre fue voluntaria. “Nos contaba las tragedias de cada una de estas niñas. Había una que mató a su mamá”, rescata de entre sus recuerdos.
El traslado se realizó por la parte trasera de la casa, que fue vendida hace más de un siglo por Miguel Ángel de Quevedo al gobierno federal, con el fin de atender y readaptar a las menores infractoras.
“A mí me duele en el alma que esto esté pasando. Espero que todo lo que se había adelantado con las niñas, no se venga abajo”, dijo Carmen, abuela de una de las jóvenes.
Para ella, ese edificio ubicado en calle de Río no era una correccional, sino una casa. Su nieta se vio involucrada en un secuestro a la edad de 15 años. Actualmente tiene 17 y es madre de una pequeña de dos años. Esos dos años en el centro la han ayudado a pensar en su futuro.
El rechazo de la comunidad
Por la tarde, varios vecinos que rechazaron la medida, clausuraron de manera simbólica el edificio. Para ellos, las jóvenes eran parte de su comunidad.
Mónica González Contró, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, expresó que este rechazo al traslado, “habla de una gran responsabilidad social y de un elemento fundamental para la reinserción social, que es el que la comunidad acoja a las niñas”. Por su parte, Andrés Calero Aguilar, tercer visitador de la CNDH, explicó que las menores se encuentran bien y que continúan con sus labores diarias a pesar del cambio de domicilio.
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