Morelia, Michoacán / Mayo 27.-
Fue un golpe directo al poder político del narco. En esta ocasión el operativo no fue contra sicarios ni capos. La acción inédita del Ejército y de la Policía Federal en Michoacán tocó ahora al siguiente nivel: Los santuarios políticos creados por “La Familia michoacana” desde 2005, cuando irrumpió en la escena pública este grupo criminal.
Como sucedió con nueve de sus homólogos, en Apatzingán, el alcalde Genaro Guízar Valencia fue detenido cuando despachaba en palacio municipal. Las imágenes de su captura lo decían todo. Cabizbajo, caminando lento, con un fólder en mano y escoltado por soldados fue subido a una camioneta doble cabina.
Fue una acción sorpresiva, pero cuidadosa. Camiones llenos de agentes federales, soldados a bordo de camionetas artilladas y hummers artillados rodearon el palacio municipal de Apatzingán. No había posibilidad de reacción. Todas las salidas y entradas al municipio fueron selladas por agentes federales y militares. Nadie pudo evitar las revisiones.
A toda velocidad llegó al aeropuerto la camioneta del Ejército con el alcalde detenido. El vehículo militar, escoltado por dos hummers, llegó hasta unos 100 metros del helicóptero de la Policía Federal que esperaba con las puertas abiertas. Primero bajaron rápidamente los soldados, rodearon la unidad y una vez que estuvieron seguros de que no había peligro, bajaron al alcalde Guízar Valencia y a sus colaboradores.
No hubo diálogos. Sólo señas e indicaciones que debían seguirse al pie de la letra. Cada uno de los detenidos fue conducido por agentes federales hasta el helicóptero. Se les revisó de pies a cabeza. Mientras se filmaba su traslado, el alcalde vestido de pantalón café y camisa blanca, miraba al suelo. No había nada que hacer, como nada pudieron hacer otros nueve alcaldes y 18 funcionarios y ex funcionarios estatales y municipales más.
Discussion about this post